2/29/2024

77-El tercer sufrimiento

Ichinén salió al exterior y el espíritu de sus padres flotó hasta alejarse por el aire. Afuera del portal que lo traía del infierno lo esperaban sus más allegados compañeros. Elintari lloraba de pena, Victoria la observaba de costado. Teban fue el primero en acercarse apenas el guerrero atravesó el portal desde el infierno. La salida, el felino la había encontrado en una localización no muy lejana a donde estaba el Kaikan, el castillo de Menkalinam.
-Aceptaste el destino fatídico al que te acorraló el rey demonio.-comentó el gato con cierto pesar.
-Si, amigo. No nos preocupemos por eso ahora. Ya lo resolveré con el tiempo.-respondió Ichinén, no tan convencido como quería hacer creer a todos.
La trampa mortal que le había tendido Rokuten, era algo para preocuparse. Aunque el guerrero prefería no pensar aún, o se volvería loco. Llegado el momento lidiarían con eso. Entre la comitiva que lo recibió encontró muchos rostros nuevos, gente de diversas partes del reino. Y para su sorpresa, alguien de otro mundo. Entre la multitud que lo recibió, estaba Valdemar, el que había oficiado de médico o fisiatra como se hacía llamar, en la corte de Innocenza. Una de las reinas que amó y que fue asesinada por Rokuten. Siempre el rey demonio destruyendo su vida.
-Valdemar. Como…?-
-No eres el único con recursos para viajar entre mundos. Es algo simple y lógico, una que se conoce la metodología.-respondió el hombre con suficiencia.
Muchos otros se preocuparon por como estaba Ichinén, Victoria entre todos.
-Cuando saltaste… pensé que estabas suicidándote…-la expresión parecía que estaba por descomponerse, pero se contuvo.
El duque de Menkalinam cambió el tema de conversación y se concentró en como alimentar y organizar a tanta gente que se iba sumando al ejército. Bien sabía lo que deparaba el futuro gracias a Rokuten, pero prefería no pensarlo. De hecho, no tuvo muchas posibilidades para hacerlo, ya que estaban llegando noticias de la recepción de su proclama y como el marqués de Alstroemeria intentaba difamar a Ichinén, haciendo que mucha gente no quisiera leer la proclama ni se uniera a la causa por una salida del continente. 
-Es un ser perverso, prefiere que mueran todos antes que dejar de ser el centro del poder.-le había comentado Malcolm en su carpa privada, un poco más tarde.
-Llamen a Eve, la mujer del marqués, algo debe saber que podamos usar como ventaja. Es hora de poner fin a un problema que deseaba evitar. Pero hay cosas que no se deben evitar si se quiere lograr el objetivo final.-
Así fue como, pese a que el dolor por la artimaña del rey demonio, todos se abocaron a ir a desbancar al marqués de Alstroemeria. El campamento de Azalays fue un hervidero, el administrar y delegar tareas fue el primer desafío que debió enfrentar como soberano de la corona de Azalays. 
Por las noches, Ichinén se dedicaba a pasear y hacer una inspección ligera de todo el lugar. Una de estas, se halló alejado del centro del campamento, sentado sobre una loma que podía vislumbrarse parte del horizonte. Valdemar lo encontró allí, para llevarle los resultados de unos exámenes que le había practicado.
-Lo que sospechaba, tu paso por el infierno te cobró algo de salud y estimo que esa energía de la que hablaba el rey demonio… digamos que te va drenando fuerzas.-le informó el físico con algunos sentimientos encontrados.
-O sea, el rey demonio me enfermó, y eso acelerará mi muerte. Lo cual, es lo que finalmente desea.-
Valdemar asintió pero no dijo nada. Ichinén solo miró a lo lejos y comenzó a hablar como si el tema hubiera sido ese desde un primer momento y no su condición física.
-Pasando esa montaña allá lejos, se libró una batalla contra los demonios, durante el cataclismo. La victoria estaba predicha, todos creían que yo era la gran esperanza. Dos de mis hermanos murieron en esa contienda. No solo la profecía no fue cierta, sino que nos condujo a la desgracia. Mi padre siempre creyó en cuentos que me hacían ver como un gran héroe. De niño, quería complacerlo, de adolescente, intenté estar a la altura. Ese día…-
Por unos segundos, guardó silencio y Valdemar intervino.
-Sé que no fue tu culpa la muerte de Innocenza, aunque me duele y eso no me hace apreciarte más. Pero el responsable fue el rey demonio, fue quien blandió la espada.-
Ichinén asintió y terminó la frase que había dejado en el aire.
-Ese día caí a la realidad.-finalizó, enmudeciendo por un largo rato.-Hemos perdido tanto, que ya no merecemos seguir así. El rey demonio nos arrebata el mundo y nos escapamos. Manipula a títeres como el marqués y resistimos. Estoy cansado. La línea debe ser trazada aquí. No sé si la profecía es cierta, pero pienso dejar mi vida en llevar a Victoria a su hogar y a todos los que quieran vivir en Kosen Rufu. Aunque en eso me vaya la vida. Y que mi alma se la quede Rokuten! Moriré sonriendo sabiendo que le gané esa pulseada.-
-Va a torturar a tu alma toda la eternidad, si lo que me dijiste es correcto.-
-Sonreiré con gusto, ante cada tortura, sabiendo que los demás están a salvo y eso, es algo que siempre le va a molestar. Que de las cenizas de la derrota, haya extraído una gloriosa victoria.-
Al decir esto, se levantó y se dirigió al centro del campamento, donde encontró al duque de Barberis, Johan y Elintari conversando. 
-Que se levante el campamento, partimos en cuanto estén todos listos. Vamos a Anthurium, la capital de Mitjaval.-
-¿A enfrentar al marqués?-inquirió la dama elfa.
-Si, es hora de solucionar el problema de raíz. No podremos salvar a nadie, mientras haya una quinta columna que lo estorba todo.-
Todos se lanzaron a trajinar para moverse, dando órdenes y empaquetar los bártulos.
-Se acabó el campamento, comenzó la guerra.-escuchó Valdemar que musitaba Ichinén, no sin cierta desilusión.

1/31/2024

76-Una deuda de gratitud

Luego de ese encuentro tan extraño, el guerrero siguió su búsqueda personal por el infierno. Encontrar a sus padres era algo fundamental, pero sin un parámetro para localizarlos, aquello se tornaría particularmente difícil. El aire viciado y contaminado de ese lugar ya lo iba afectando, el frío se hacía más cruento por momentos. Ichinén creía que aquello sería el fin de su existencia, aunque le parecía una culminación un poco ilógica, tomando en cuenta las molestias que el Rey Demonio se había tomado solamente para hacerlo ir hasta allí. Casi como si fuera una respuesta a este pensamiento, el citado ser, hizo acto de presencia en algún punto del camino. 
-Ya que no vas a encontrarlos sin ayuda, vine a prestar mi asistencia.-le expuso Rokuten, sin siquiera saludar.
La primera reacción del duque de Menkalinam fue ponerse en alerta, ante la expresión afable del Rey Demonio se aflojó. 
-Si hubiera querido hacerte daño, ya estarías aplastado como un insecto. Que es lo que eres. He venido a ayudarte, -
Ichinén torció un gesto como dudando de esa aseveración tan poco confiable de ayuda no solicitada.
-Me pregunto cuanto me va a costar.-ironizó ante el demonio.
-No, mi intención de desafío fue solo lograr que encontraras a tus progenitores. No soy tu enemigo.-
Ichinén hubiera saltado encima del demonio recordando la muerte sin sentido de su amada, Innocenza. Así se lo expresó el guerrero, pero el demonio permaneció en esa actitud afable como si no tuviera rencillas con la humanidad o solo deseara el bien del ser humano que tenía delante.
-Sabrás que atacarme en mi propio lugar de dominio es una insensatez, como sabrás que podría incinerarte donde estás. Pero eso no tiene gracia. Voy a lograr que sufras, cuando veas a tus padres. Tenés un grave problema mental, Ichinén. Crees que esa tierra que te han prometido existe. Y puedo asegurarte que no es así. No hay esperanza para ustedes, los humanos nacieron para ser esclavos. Mis esclavos.-
-Ya veremos que existe y que no.-
-Tu libertad sí que no existe. Y cuando descubras eso, estarás más tranquilo.-
-Prefiero la intranquilidad de la libertad.-replicó Ichinén, siguiendo su andar, como ignorando al demonio.
Vio pocas almas rondando, nada de círculos o estructuras similares, solo un páramo desierto y helado. El infierno del sufrimiento incesante. Solitario, frío y doloroso. Hubiera deseado con todo su ser, una fogata donde templarse un poco. Rokuten siguió incordiando al guerrero con sus comentarios y acotaciones. Ichinén intentó ignorarlo, no lográndolo por completo. Su objetivo era más importante que lo dicho por el demonio.
-Más adelante de esa loma pequeña se encuentra una hondonada donde podrás encontrar a tus padres. Aunque puede que no te gusta lo que halles en ese lugar.-expresó el Rey Demonio del sexto cielo, señalando con su dedo puntiagudo.
Aunque desconfió en un primer momento, el camino lo llevó en esa dirección y efectivamente, encontró la hondonada. Allí, estaban atrapados por ilusiones, los progenitores de Ichinén. El duque y la duquesa anterior de Menkalinam, permanecían allí, enredados en la fantasía y el dolor de las falacias del infierno. 
Ichinén se lanzó a la hondonada y tres sombras con forma monstruosa quisieron detenerlo o salirle al paso. Sin dudarlo, enarboló a su espada Daimoku y los disipó como si fueran humo.
Rokuten a todo esto, parecía disfrutar con el espectáculo. Comía un fruto de un árbol seco cercano, que parecía en mal estado, pero era devorado como si fuera un manjar.
El guerrero arrebató la esencia vital de sus padres de ese pozo de sufrimiento y se los llevó uno de cada brazo.
-Ichinén, Ichinén, por aquí.-escuchó maullar el guerrero.
Y así fue como poco más lejos, vio un portal en medio del desértico paisaje, como si no perteneciera a ese lugar. Del otro lado del portal, podía ver a Teban acompañado por otros de sus compañeros. Malcom, Victoria, Johan; otros tantos más.
-Convoqué ese portal para que puedas regresar a tu hogar y en el proceso liberar a tus padres.-le explicó Rokuten, lo que hizo desconfiar aún más a Ichinén.
-No cruces por aquí.-lo instó su compañero felino.-Algo raro y maligno hay en ese portal.-
El Rey Demonio del sexto cielo soltó una retahíla de sonoras carcajadas, confirmando lo que el guerrero temía. Había una trampa en todo eso.
-Voy a llevarme a mis padres, no vas a impedírmelo.-
Eso hizo reír aún más a Rokuten.
-Nunca fue mi intención detenerte de hacerlo, solo deseaba que vinieras aquí. Ese portal si tiene algo especial, deja una marca kármica en tu esencia. Tus padres serán liberados al atravesar al mundo material, ya que no tienen forma corpórea en ese mundo. Pero eso hará que tu esencia quede marcado para volver al portal. Cuando mueras, tu esencia regresará por él. Vendrás al infierno, a mis dominios, para ser mi diversión eternamente. Y tengo muchas divertidas torturas preparadas para practicar en ti. O también puede dejar a tus padres y volver sin nada a tu mundo.-
Ichinén bajó el rostro, estaba en la trampa que Rokuten le había cerrado en poco más de dos movimientos, sin que casi la viera venir. 
-Siempre voy a estar por encima de tu nivel, Ichinén.-
La expresión de Victoria era de profundo pesar. Teban en su clásico gesto gatuno, también parecía apesadumbrado. Todos le hacían señas al guerrero que no cruzara.
-No hay otro portal, puedo decírtelo con seguridad.-aseveró el gato.
El guerrero miró a sus padres, pero los espíritus no estaban en el plano de la conciencia, por lo que no podía responder. La duda que planteaba Rokuten era simple, dejar a sus padres y salvar su espíritu. O llevarlos a un mejor plano y condenar su esencia vital a retornar al infierno cuando sea que termine su existencia. Para Ichinén, no había duda alguna. Ya estaba decidido de antemano, no le temblaba el pulso en eso.
-Ya me preocuparé cuando muera, por ahora, ese puente no lo tengo que cruzar.-y al decir esto, dio un paso al frente.
Al atravesar el portal todos exclamaron alarmados, queriendo evitar que hiciera aquello. Pero el guerrero ya había determinado su objetivo. El Rey Demonio se largó a reír nuevamente, sabiendo que había triunfado. El alma de Ichinén le pertenecería, llegado el momento.

4/28/2023

75-Desde este lado del espejo, cara a cara con Ichinén

El infierno no estaba para nada encantador esa noche. Ichinén caminó por el páramo desolador que ya conocía. En el medio de la nada, en esas tierras baldías, encontró una puerta. Ese umbral no llevaba a otro mundo, solo a otro estadío del infierno. El mío particular, donde mi cuerpo estaba allí, al borde de un pantano. Hundiéndome en una fosa lodosa y putrefacta. Sostenido del cuello por un demonio, deseando terminar pronto con el sufrimiento. No iba a rogar, solo me mantenía silencioso, esperando el final. Cuando sentí que el aire y la vida estaban por abandonar mi cuerpo y ya me sentía vencido, el guerrero se manifestó. Allí fue cuando Ichinén apareció en ese lugar amnésico de toda esperanza. El demonio cayó por su espada Daimoku, soltandome en el proceso. Mi cuerpo caía por el lodo, hundiéndome en la podredumbre. Ichinén vio como lentamente iba perdiendome, de a poco. Su mano me tironeó del brazo, que sin fuerzas, simplemente estaba extendido inerte.

-Vamos, voy a sacarte de esto. Hacé fuerza!-

Me negué, lo había reconocido, creyendo que estaba alucinando. Ese rostro estaba en mi mente cada vez que escribía sus aventuras. Al verme a los ojos, él también me reconoció. En su mirada se descubrió su pensamiento. 

-No te rindas! Tirá con fuerza!! Vamos! Voy a sacarte.-

-Dejalo así, Ichinén. Ya no puedo más. Me queda poco de vida. No vale la pena.-

Pero el guerrero no se iba a rendir. Con absoluta necedad, me sacó del fango infernal. Cuando en mi interior, ya no tenía ni ganas ni fuerzas para pelear. 

-Te conozco, yo no sé bien como pero si…-me dijo entre incrédulo y sorprendido.

-Soy aquel que escribe tu historia, soy esa variante que relata lo que vos y otras versiones tuyas viven.-

Ichinén se puso de pie y exclamó no sin ofuscación.

-¿Quiere decir eso que sos el responsable de lo que ha ocurrido en mi vida? ¿Te lo vas inventando sobre la marcha, todo lo trágico que me ha ocurrido?-

Sin levantarme del suelo, le respondí con cansancio.

-A veces creo que solo estoy conectando mi mente con tu mundo y abro una ventana por donde puedo vislumbrar lo que ocurre. Como si me enviaran mensajes sobre lo que sucede allí. Otras simplemente pienso que me lo invento. Y en ocasiones, me da la impresión que es un poco de ambas opciones.-

-Y si en algo estamos conectados… ¿Cómo es que te estás rindiendo? ¿Por qué preferís dejarte morir tan cobardemente?-

Ichinén hablaba con clara indignación. Creí que si solo supiera un poco de lo que me había pasado, no sería tan severo. Le relaté como mi vida se había destruido, como había perdido todo. Había sido vapuleado, acusado falsamente y juzgado sin consideración. Y al único que podía hacer responsable de ello, era a mí mismo.

-Vos sos un héroe, un guerrero. Yo no soy más que un simple ser humano, con sus defectos y errores, ya no me dan más las fuerzas. He hecho cosas que ya no puedo arreglar. No tengo razón para seguir.-

Ichinén me ayudó a levantarme y al mirarme frente a frente, me sacudió de los hombros. 

-¿Sos acaso un hombre o un ratón? Comprendo todo lo que te ha salido mal. Yo también tengo el corazón roto.-

Aquí me recordó la muerte de la reina Innocenza y su muerte tan injusta, le aseguré que no fue invención mía ese asesinato. Aunque en esos momentos, ya dudaba de mi sanidad mental. Seamos sinceros, estaba hablando con el personaje de mis historias, mucha cordura no debía quedarme.

-También lo he perdido todo. Mi familia, mi mundo, la paz. Solo no he perdido la esperanza. La esperanza de que en el futuro nos espera la victoria final, que llegando a Kosen Rufu; todo será mejor y tendrá sentido. Vos también tenés que creer en ello.-

Suspiré con cansancio, no era mi intención contradecirlo y con todo el corazón, deseaba que estuviera en lo cierto. 

-El Daishonin me dijo cuando nos vimos que una espada es inútil en las manos de un cobarde.-continuó diciendo el guerrero.-¿Estás dispuesto a tomar la espada de la ley y luchar por salir de este infierno?-

Al decir esto, me tendió su espada, ofreciéndomela por el mango. La empuñadura con la flor de loto labrada en plateado, el mango con ribetes dorados, con el pomo en el mismo color. Sin convicción o fe, pero con mucha obstinación; tomé a Daimoku por el mango que me era ofrecido. Nam Myoho Rengue Kyo resonó en el infierno. A lo lejos veía muchos demonios que venían en nuestra dirección. Pero una visión me mantenía concentrado en otra cosa.

-Estoy viendo…-comencé a balbucear, vislumbrando lo que deparaba el porvenir.-Veo un futuro posible. Estoy cortando una cinta con tres colores, un corazón sincero y desinteresado que late junto al mío, me veo escribiendo el final de esta historia y muchas cosas más.-

-Eso es excelente, ahora queda en vos, enfrentar lo que debas y hacer que ese futuro posible, se vuelva real.-

En tanto iba diciéndome eso, lo veía desvanecerse. Pero era yo, quien dejaba el infierno del sufrimiento incesante. Quisiera pensar que para nunca más volver, aunque las circunstancias no siempre son fáciles. Ichinén siguió su camino, en busca de sus padres. No fue la última vez que nos vimos, pero eso sería un relato para otro momento. 


3/28/2023

74-Donde se extienden las sombras...

Desde la oscuridad surgieron unos tentáculos que los hicieron caer violentamente hacia atrás. Victoria rodó por el suelo pedregoso y el guerrero Ichinén resbaló en un declive de esas ruinas. 

-Ichinén, el inútil, siempre una molestia.-se escuchó como susurro en las sombras, en un tono sibilante.

El mencionado intentó escrutar la oscuridad que lo rodeaba, desenvainando su espada al mismo tiempo. Daimoku rozó el aire y se escuchó Nam Myoho Rengue Kyo reverberar por el ambiente.

Un tentáculo aferró el pie del guerrero y lo terminó de hacer tambalear, cayendo de espaldas. Otras dos de las extremidades monstruosas lo maniataron, exprimiendo como si quisiera sacarle el aire. 

-El arrogante guerrero, que no sirvió para pelear. Inútil como siempre.-agregó el monstruo aun en sombras.

Ichinén golpeó con la espalda, como pudo y logró que el monstruo soltara un poco la presa. 

-No sé quien sos, monstruo.-le espetó el duque y ahora rey.-Antes de calificarme, deberías conocerme.-

Dos tentáculos más lo aferraron en los brazos y antes que él pudiera hacer algo, la aberración dejó las sombras. Mostrando un gran rostro deforme con dientes como espadas y unas fauces inmensas que parecían tragarse todo.

-Te conozco muy bien, Ichinén. Más que nadie en el mundo.-

Victoria intentó un ataque con su espada, pero dos extremidades monstruosas la apartaron como si fuera una mosca. El monstruo no permitiría ser interrumpido.

-Ichinén, el nombre que ese monje te dio. Cuando tenías otro nombre, mucho más acorde a tu persona.-

El duque de Menkalinam, ahora rey de Azaláys también; no entendía a que venía toda esa alocución.

-Yo te puse el nombre de Angwesen, para que venga un inmundo monje extranjero y te lo cambien, avalado por el idiota de tu padre.-

Ichinén, ahogándose por el miembro del monstruo que ahora lo aferraba por el pecho, intentó balbucear.

-¿Madre?-

Victoria que se estaba por lanzar al ataque, espada en mano, se quedó dura del asombro.

-¿Eso es tu madre?-inquirió dubitativa la princesa.

-No, no puede ser…-negó el guerrero.

-Si, nunca te preocupaste porque pasó con toda tu familia con el cataclismo, con el Gran Caos que destruyó el continente. Solo te sentiste derrotado en la gran batalla y te fuiste como un perro con el rabo entre las piernas.-le recriminó su madre, con el monstruoso tono de serpiente.

-Nunca hiciste nada bien, ni siquiera pelear en la única batalla que se te pidió ganar. No servís para nada, inútil como tu padre también.-

-No… no fue así…-

Ahogándose el guerrero se vio arrastrado por el suelo. Una luz mortecina surgió del fondo de la hondonada, del sitio desde donde había surgido la monstruosidad. Era un pasaje al infierno del sufrimiento incesante.

-El parecido es asombroso.-exclamó Victoria, mientras cortaba el tentáculo de un solo tajo.-Ah, por cierto, estaba siendo irónica.-

La madre monstruo gritó de dolor, de forma desgarradora.

-¿Quién es la furcia esta? ¿Una nueva amante del momento?-

-Ni loca me agencio una suegra como esta. Que esa boca deforme se te haga un lado.-retrucó Victoria.

Otra extremidad monstruosa golpeó a la princesa y la lanzó hacia atrás. 

-Ya la voy a alejar como a todas las otras que la precedieron. Inútil como todo lo que haces, vergüenza de hijo que no sabe elegir con quien hacer pareja. Ni para eso servís, Ichinén.-

Ichinén se plantó entre la princesa y la aberración, espada en mano.

-No la metas en esto, es conmigo tu problema.-

Unos tentáculos quisieron aferrarlo pero el guerrero los frenó con Daimoku. 

-Deberías morir, como un inútil.-acotó el monstruo.

-No le creas, Ichinén. Esa cosa no es tu madre.-

Un nuevo tentáculo fue cortado por Ichinén, usando a Daimoku. El monstruo gimió mientras se debatieron en unos cuantos golpes más, la lucha duró un poco, con algunos comentarios hirientes de parte de esa aberración.

El guerrero plantó bien sus pies y pegó un salto. Clavando su espada en un costado del cráneo de esa aberración.

-Yo no soy un inútil y tú no eres mi madre, demonio lacayo de Rokuten.-le espetó mientras quitaba la espada de la herida.

Una risa que le resultó familiar, resonó por la caverna. Era una ilusión de desaliento, parte de los diez ejércitos del rey demonio del sexto cielo. 

-Claro que no, Ichinén. Tu madre no estaba aquí, sino en el infierno del sufrimiento incesante, junto con tu padre.-informó Rokuten desde el pozo al final de la barranca de ruinas.

-Es mentira, Ichinén. Es una trampa para que vayas.-le gritó Victoria, mientras trataba de protegerse del furioso viento que surgió del pozo. 

-Claro que es una trampa. Te pongo en una elección imposible. O vienes al infierno para que te matemos o dejas sufrir a tus padres. Tu decisión, Ichinén.-

El guerrero apretó los dientes y unas lágrimas de frustración quisieron asomar pero las contuvo. Recordó quien era y su nombre, dado por el venerable Nichiren. Recordando su encuentro con el daishonin en su mundo, le vino por un segundo una enseñanza que le había dicho. La segunda de las cuatro, era con los padres. 

-La persona que practica el Sutra del loto está saldando la deuda de gratitud contraída con sus padres.-

Ichinén supo en ese momento que no había otra elección. No escuchó las suplicas que gritaba Victoria por detrás, no vio llegar a su compañero Teban en ese preciso momento a las ruinas. No pensó que Rokuten le estaba abriendo una puerta al infierno del sufrimiento incesante. Simplemente se lanzó al pozo rezumante de dolor y padecimiento, que hacía de portal hacia el infierno. 

Ichinén, el guerrero, duque de Menkalinam, recién coronado como rey de Azaláys, discípulo del Daishonin; se lanzó al interior del infierno.


2/28/2023

73-La ira

 

El rey de Azaláys comenzó siendo el hijo de un duque de ese reino. Había comenzado como un solitario caminante que se puso en pie para ir en pos de la tierra de Kosen Rufu. Por el camino se encontró a un gato que lo guía a través de portales de mundos. Encontró a los tres maestros y a la princesa de la tierra buscada. Por el trayecto se han unido más. Miles se han sumado a sus filas, de distintos reinos del continente, de  diferentes mundos. Ichinén cabalga junto a su compañera Victoria, como perdido en sus recuerdos.

-Tenés la expresión de alguien que no sabe como seguir adelante. ¿Estás bien?-inquirió la joven princesa de Kosen Rufu.

Ichinén salió en un segundo de su letargo mental, como si se hubiera pinchado como una pompa de jabón. 

-Si, estoy muy bien.-

-Avisale a tu rostro. No parece la expresión de alguien que acaba de ser coronado rey.-

El reciente rey hizo un gesto al costado y media sonrisa.

-Lo sé, solo estaba pensando en mi padre. Como lo obsesionaba que lograra este objetivo que hoy simplemente se dio.-

-¿Y eso te parece fácil?-

-No, no digo que haya sido fácil…-

-Todo lo que vivimos, todo lo que pasamos desde que saliste del barco que se hundía; nos trajo hasta aquí. Y eso no es cosa de nada.-

-No es por eso. Es que mi padre tenía esta profecía, ese vaticinio que te comenté, sobre mi futuro. Todo lo que hizo y dejo de hacer era para llevarlo a la realidad. Cuando ocurrió el gran caos, el cataclismo, esperaba que yo ganara todas las batallas. Algo que simplemente no sucedió, los demonios nos sobrepasaron y fuimos diezmados.-

-No sé lo que decía esa profecía…-

-“Es el séptimo hijo de un séptimo hijo. Tres coronas hay en su camino. Tres pueblos lo aclamaran rey. Amado por cuatro reinas, odiado por dos reyes, será príncipe del universo. Llamado el hijo de la tierra. El lobo de Menkalinam. Tendrá otro dado por un venerable. Su nombre igualado con decisión. Viajará donde ningún otro ha llegado antes. Vencerá a los monstruos arcanos para siempre. Y Dará todo, incluso su vida, por su pueblo.”-citó Ichinén y dejó un segundo de pausa antes de continuar.-Me llamaron el lobo de Menkalinam porque mi padre lo fomentó, el nombre de Ichinén me lo dio el daishonin cuando era niño, algo que me enteré ahora que lo conocí de adulto. Mi padre creía que eso era mi destino, cuando todo se vino abajo en este mundo, descubrí que era todo una falacia, una quimera.-

-Puede que hubiera algo de profecía autocumplida en eso del nombre y el sobrenombre. Pero otras cosas sucedieron, solo que no en el tiempo que esperaba tu padre.-

Ichinén asintió y le dedicó una sonrisa a Victoria, ella la devolvió resplandeciente. Se notaba la esperanza del continente en esa caravana, en el espíritu de toda la gente que seguía al rey de Azaláys.

Yendo al norte por las rutas que conducían a Menkalinam, mucha más gente se les unió. Estando cerca del Kaikán derruido, hogar del duque y ahora rey, Malcolm se acercó a la comitiva real. Elintari se removió incómoda, el hechicero la inquietaba. Aunque debía reconocer que la aparición de Victoria la ponía más que nerviosa.

-Su alteza Ichinén, debo notificarlo de una sensación…-

-Malcolm. Por favor, sin tanta pompa.-

-Muy bien, como desee. Algo ocurre en las ruinas de ese castillo.-

Ichinén miró hacía el valle donde se encontraba el Kaikán en ruinas, el castillo de su padre.

-¿Qué quieres decir?-

-No puedo definirlo, pero una presencia muy oscura está habitando ahí. Algo muy oscuro repta en esas ruinas.-

El guerrero sintió un escalofrío por la espalda pero lo ignoró. Se debatió un segundo sobre si ignorarlo. Pero no podía dejar ese asunto sin revisar. Si algo había en el hogar de su infancia, debía saber que era. 

-Sé muy bien que era el castillo de tu familia, por eso creí conveniente informarte. Aunque no sé si debas ir.-

Ichinén se lo pensó un segundo nomás.

-Iré, pero lo haré solo.-

-¿La corona te está haciendo pensar ridiculeces o es un efecto de las peleas recientes? ¿Cómo vas a ir solo?-le espetó Victoria con tono más que irónico.

-No quiero que nadie más se arriesgue por un asunto que es más que personal. Si algún ser oscuro vive ahí, quizás no haga falta hacer nada. Esas ruinas ya son solo eso, puede quedarse en ellas.-

Cuando el guerrero bajó del caballo y se puso en camino, notó que Victoria iba con él. Ichinén la miró seriamente y ella se la devolvió aún más seria.

-¿Qué? Soy princesa de Kosen Rufu. No me podés dar órdenes a mí. Así que olvídate de todo ese protocolo azalayano, que a mí no me va para nada.-

-Podría hacer que te llevaran en andas los soldados.-

-¿Querés perder soldados? Yo no lo recomendaría.-

Ichinén levantó la mano en un gesto de resignación y le indicó que lo siguiera. Se encaminaron por un sendero que los fue llevando por el valle, hasta encontrar el castillo derruido.

-Siento algo extraño aquí, aunque no soy muy de la percepción.-comentó Ichinén, algo sorprendido.

Si aún él que no era muy perceptivo, sentía algo extraño allí, es que debía haberlo. Tomando en cuenta que ver su hogar en ruinas ya era bastante shockeante, esperaba no estar confundiendo esas sensaciones con lo que posiblemente encontraran.

El salón por el que entraron tenía medio vitral aun sano, la escalera doble se encontraba intacta en un solo tramo, las paredes tenían muchos agujeros como si monstruos gigantes hubieran batallado en el interior. La suciedad cubría la hermosa losa del piso, el mismo por el que había aprendido a gatear y luego caminar. Esquivó todas esas sensaciones que le producían los recuerdos. Al encontrar un hoyo en el piso de madera de la otra parte del salón, algo lo instó a bajar, esa presencia oscura era más fuerte ahí abajo.

Al descender al subsuelo como podían entre la pila de escombros que usaron para descender, la oscuridad era real y concreta. No se veía ni las palmas de las manos de centímetros del rostro. Ichinén había previsto esta contingencia y se tomó unos minutos en prender la antorcha que había traído. Al prenderla, algo más se pudo ver. Pero una fuerza hacía más profunda las penumbras.

-¿Qué fue lo que ha pasado aquí?-se asombró Victoria al ver marcas en el suelo.

Un siseo espeluznante se sintió por lo bajo. Ambos se giraron a las sombras, pero no pudieron ver nada.

-Ichinéeeeen. Vienes a molestar, siempre el molesto Ichinén.-se escuchó decir a una voz gutural y ominosa.

El guerrero estaba por decir lo obvio, pero se lo calló. No estaban solos en ese subsuelo.

1/31/2023

72-La convocatoria

El Daishonin despertó a la mañana en el monte Minobu, el día 13 de octubre de 1279, según un calendario que no era el que se usaba en esa sociedad. Pero Nichirén sentía que el propósito de su actual existencia se estaba concretando. El día precedente, había dejado su vida impresa en la tinta del mandala que había inscrito, el Dai Gohonzon. Después de entonar fervoroso daimoku, sintió que algo estaba por manifestarse. Caminó por entre los arboles como guiándose a través de los caminos de la ley. Sabiendo que algo o alguien iba a encontrar. Los pasos del Daishonin apenas se sentían sobre el verde y la tierra oscura, cuando finalmente se detuvo ante lo que debía encontrar.
-Pequeño amigo. ¿Qué ha pasado?-inquirió Nichirén.
El animalito se encontraba yaciente y agotado, estaba lastimado en el lomo y algo desnutrido. Era un pequeño gato, venido de quien sabe donde.
-Este ser no es de este mundo. Has venido de otro lado. ¿No es cierto, pequeño?-comentó el Buda, alzándolo del piso.
Cuando lo llevo a su estancia y lo alimentó, el gatito revivió un poco. Enseguida el Daishonin percibió la naturaleza particular del felino.
-Procedes de otro mundo y ni siquiera te diste cuenta que lo dejaste, lo que venía persiguiéndote debe estar muy frustrado.-
Así fue como percibió el peligro de fuerzas negativas. Algo muy oscuro perseguía a todo aquel que tuviera una luz en su interior. 
Con los días, el animal estuvo mejor. Nichirén lo bautizó como Teban, que en el idioma de su mundo original, significaba victorioso. Gracias al Buda, el gatito supo como hablar, demostrando que no era como cualquier felino. Ya siendo estando un poco más crecido, comprendiendo la naturaleza del universo y como atravesar las puertas para ir de un mundo a otro. Lo que de cachorrito había logrado accidentalmente, ahora lo manejaba con maestría. Exactamente dos años después de haberlo encontrado, el Daishonin partiría de este mundo. Meses antes, el gato había partido a otro mundo, con una misión encomendada en secreto por el Buda.
-Hay alguien que necesita de tu guía. Es un hombre que debe llegar a la tierra de Kosen Rufu, fuerzas negativas se lo quieren impedir. El rey demonio no lo dejara en paz y tratará de hacerlo perder en el camino. Necesita ayuda y orientación, la tuya Teban.-
-Soy solo un gato en esta existencia, maestro.-replicó el felino.
-Creo que ya sabemos de sobra que hay más en tus cuatro patas de lo que se ve a simple vista. La budeidad habita en ti, tanto como en todos los seres vivientes, pero se manifiesta de una forma única en ti. Este guerrero debe llegar a ese lugar para salvar a su gente y a incontables seres más, nacidos y por nacer. Sabe que su misión es importante, pero apenas ha vislumbrado un atisbo de lo mucho que está en juego. El destino de especies está en juego, la felicidad de la humanidad depende de su éxito.-
-Desconfió de los humanos, excepto de uno, Daishonin.-agregó Teban, mesándose los bigotes con la pata.
-Podrás confiar en él, muchos pasos debe andar. Primero debe encontrar a Victoria, luego a Shakyamuni y luego a Tien Tai, y finalmente debes guiarlo conmigo. Viajaran por extraños mundos y maravillas indescriptibles, ya puedo verlas. El vacío del espacio, planos de existencia que nada se parecen al nuestro, juntos podrán lograr incalculables prodigios.-
-¿Debo llevarlo finalmente ante usted, maestro?-
-El camino te guiará, vendrán en la hora más oscura, para echarle luz a las tinieblas. Y cerrar ese círculo, ya nos veremos de nuevo, por primera vez.-
Así fue como Teban, partió. Un mes más tarde, el Daishonin cerraba los ojos por última vez, con una paz y una sonrisa discreta en los labios. Sabía que los Budas de las diez direcciones ayudarían al guerrero, en el momento de más necesidad. La felicidad de toda la humanidad estaba lograda, la paz se había conseguido. Era solo cuestión de vivirla, pero el objetivo concretado ya lo había podido ver. 
Viajando por mundos y mundos, Teban estuvo con Ichinén lado a lado. Entrando a las fauces de un dragón, en el palacio del rey demonio Dai Rokuten No Mao, junto a Shakyamuni, en el barco que se hundió en el frío mar, en la biblioteca infinita de Tien Tai; numerosas aventuras. Finalmente, en el mundo en que había un Ichinén que viajaba por el espacio en la nave llamada Daimoku, encontraron el portal al mundo del Daishonin, pero mucho antes de que Teban llegara allí por primera vez. Ese Nichirén un poco más joven, estaba por ser decapitado, pero la irrupción en el cielo de la nave en que Teban y el guerrero venían, lo impidió. 
Hoy, están en el mundo original de Ichinén, peleando la guerra contra la oscuridad fundamental. Algunos reinos han caído, otros lo harán pronto. El guerrero se encuentra escribiendo una serie de mensajes para enviar a todos los sitios que aún están en pie.
-Ya encontré un par de colegas felinos que podrán viajar en algunos portales cortos para los reinos del continente que aún no han caído ante Rokuten.-informó el gato a Ichinén, que terminó de firmar la última misiva.
-Gracias, Teban. Tengo la esperanza de que llegarán con celeridad. Lo que no tengo tan seguro es que los receptores sean tan expeditivos.-
-Lamentablemente, la red de puertas en tu mundo está algo rota y deteriorada. No es casual, veo en esto la mano de Rokuten.-acotó Teban, lamiéndose apenas el hocico.
-Estoy completamente seguro que nada de lo ocurrido en este continente le es ajeno al rey demonio del sexto cielo. Su mano está detrás de todo, la isla Kerkyra, la oscuridad, la caída del archipiélago orco, Desertus. Todos deben estar bajo su bota. El Daishonin ya me lo había dicho, cuando estuve aprendiendo junto a él.-
Esto había sucedido esa misma ocasión, en las cercanías de Tatsunokuchi. 
-Veo que ya aceptaste lo que la reina renunciante Lara, te pidió.-comentó el gato compañero y guía.
Ichinén suspiró de cansancio y acomodó todas las cartas para ser enviadas. Lara, la reina nombrada de Azaláys, renunciaba para dejarle el cargo a Ichinén. Dos razones de peso la llevaban a esa decisión. Ella era una niña y no la habían tomado en serio en ese caótico continente, ninguno de los otros señores. Y segundo, esto no beneficiaba al reino, ni tampoco a la causa de luchar contra Rokuten. Cuando todos seguían de hecho, al general que se había opuesto a los detractores de Azaláys. En una ceremonia muy austera y sin tanta pompa, cosa que Ichinén, prefería, lo nombraron rey de Azaláys. El sueño que su padre deseaba para él, se cumplía. Aunque esto no lo hacía necesariamente feliz.
-¿Y que te haría feliz, Ichinén?-interrogó el felino, subiéndose a la mesa de la tienda de campaña.-
-Que la gente de todo el continente esté a salvo de las garras del rey demonio.-
-¿Sabés que vas a tener que enfrentar enemigos y detractores que aunque no estén con Rokuten se van a oponer por su simple necedad? ¿Sabés que habrá que hacer esfuerzos y tomar decisiones difíciles?
Ichinén lo miro fijo, no necesitaba decir que lo sabía, pero lo hizo.
-Si, lo tengo claro.-
Juntó todas las cartas y se encaminó a repartirlas a los mensajeros. Una sola quedó como copia original y registro para el reino de Azaláys. El gato lo vio irse, quedándose con una carta para llevarla consigo al reino de Gaia. Teban recordaba su desconfianza ante los humanos y su reticencia en ayudar a uno. Hoy día, viendo al duque guerrero, devenido en rey; comprendía cabalmente las palabras del Daishonin. Miró el rollo y lo tomó con los dientes. La carta portaba la convocatoria de Ichinén, quizás la misiva más importante que se hubiera escrito en la historia del continente.
La misma decía así:
“A todos los pueblos del continente, les escribe Ichinén, duque de Menkalinam y ahora coronado rey de todo Azaláys. El enemigo definitivo se cierne sobre nosotros, nuestra propia oscuridad. La penumbra que se acerca en el horizonte es solo una circunstancia, la oscuridad que cada uno lleve dentro se manifestará por su llegada. El rey demonio del sexto cielo, conocido como Rokuten, tiene como objetivo destruir este continente y hacer sus esclavos a todos los que no sean destruidos. Ya lo hemos visto en reinos que han caído bajo su influencia, como Desertus y el archipiélago orco. Les envío este pedido a todos los reinos que aún son libres y que pese a las peores circunstancias como las que se encuentran, deseen trascender estos sufrimientos. Únanse a mí en la capital de Mitjaval, en el centro del continente, allí realizaremos una gran cumbre en la que decidiremos el destino de nuestro mundo. Yo tengo un objetivo que concretar, y aquellos que deseen seguirme en esa misión, podrán decidirlo en la cumbre. Los que no, son libres de disentir, pero a mí no me hará feliz verlos como esclavos de las fuerzas negativas. Tampoco me haría feliz, que se unan a esta causa por que sí. Solo me llenara de gozo, ver a todos a salvo y en paz. Y más especialmente, porque estarán llenos de dicha, yo también lo estaré. Solo ustedes serán quienes hagan lo que sea bueno para su felicidad, decidan lo que decidan. Encuéntrense conmigo, en treinta días, en la capital de Anthurium, en el reino de Mitjaval. Allí definiremos el destino de todo un mundo.
Con mi profundo respeto, Ichinén. 
En el décimo tercer día del séptimo mes.”

7/31/2022

71-El gosho desconocido.

 Ichinén abrió el rollo de la carta y leyó:

“Me han llegado noticias sobre usted. Ha seguido mi consejo de regresar al hogar y buscar el camino que lo lleve a su objetivo. Pase lo que pase no se detenga en su avance. El esfuerzo constante hace que el éxito lo encuentre más tarde o más temprano. El océano golpea constantemente el acantilado, una vez tras otra. ¿No es de esa forma como se forman cavernas en los acantilados de la costa? El agua tiene todo el tiempo para horadar la roca, y esta solo puede mantenerse allí, inamovible. Por esto es, no ceje en su empeño, no se mantenga estático cuando hay cosas que hacer. Su primo me ha informado de la situación en su tierra. Tenga claro que las circunstancias sociales son reflejo de su propio ser. Si su corazón está convulsionado, el medioambiente circundante lo estará también. Mantenga la esperanza, ya que aún posee la vida, en el estado de ku no podemos modificar nuestras circunstancias. La vida es el más preciado de todos los tesoros. Un solo día más de vida, vale más que todos los tesoros de su continente. Es muy raro nacer como ser humano. El número de los seres dotados de vida humana es tan pequeño como la tierra que cabe sobre una uña. No mantenga su mirada en lo que se ha destruido, vea donde puede mejorar, y continúe adelante sin retroceder ni un paso. Que la negatividad del rey demonio no lo haga dudar. Su gente y muchos otros dependen de su determinación. 

Con mi profundo respeto. En el séptimo día del primer mes. 
Nichirén.”

El guerrero leyó la misiva del Daishonin y la abrazó con fuerza. No temía por lo que pudiera pasar, no dudaba en lo que tenía que hacer. Pero el dolor que muchos fueran a sufrir por esas decisiones lo angustiaba. Mucho dependía de todo ello, para el reino, para el continente entero, para la humanidad toda.
Nikko se acercó y le preguntó si se encontraba bien. Ichinén respondió como por inercia, pero luego le respondió con cierta conciencia de su propio ser.
-Lo estaré. Todos los estaremos.-
En tanto decía esto, Teban, el gato guía se acercó. 
-Tengo buenas, malas y peores noticias, Ichinén. ¿Cuáles querés primero?-
El guerrero torció el gesto, pero se concentró en las palabras de la carta y no se dejó desanimar por lo que pudiera venir.
-Creo que prefiero ver lo positivo primero.-
-Según las indicaciones de Nikko, se dónde está el portal. Es en el templo Oppidum en Menkalinam.-
El duque asintió concentrado en el panorama que se veía, si salía de esa víspera de guerra civil, podían ponerse en camino al portal a Kosen Rufu.
-Las malas son que se requerirá la ayuda de muchas criaturas o seres para conectar con el lugar que buscamos.-intervino Nikko, ya sabiendo de antemano que diría el gato.
-Eso no sería tan grave.-agregó Ichinén.-Pero creo que la parte mala realmente es la de las “peores” noticias.-
El gato se sentó sobre sus patas como si fuera una estatua, mientras decía las novedades realmente graves.
-Actualmente, es un portal al infierno. Es por eso que debemos transformarlo mediante la ayuda de muchas criaturas distintas, no solo con mis colegas gatos. Vamos a necesitar otra clase de ayuda.-
-Correcto. Un problema a la vez. Primero salgamos de este atolladero transitorio de guerra civil.-respondió Ichinén, aunque era en parte ironía, cuando refería a la guerra civil en ciernes.
Aunque podía ser un fenómeno transitorio, no por ello era algo menor o para desestimar.
En el instante en que Nikko estaba comentando sobre el camino que llevaba a ese templo, Johan se acercaba apresuradamente. Algo detrás venía la comitiva que dirigía esa multitud congregada a la que intentaban darle un halo de ejército liberador.
-Ichinén, vienen por vos, milord.-
Johan no pudo decir más, el duque de Nascira se acercaba con paso marcial. 
-Vinimos a exigirle que clarifique los pasos a seguir para tomar el castillo, con la información que consiguió dentro podemos entrar y solucionar este conflicto con un mínimo de pérdidas.-manifestó el duque de la tierra vecina a Menkalinam.
Ichinén lo miró con tranquilidad y firmeza, sin resentimiento o rencor. Solo como si lo estuviera escuchando, aunque el otro ya no hablaba. Algunos creyeron que el guerrero estaba con la mirada perdida o que no había oído. Se tardó unos cuantos segundos antes de hacer apenas un gesto de respuesta.
-Disculpe, eso que acaba de hacer es hablar?-le lanzó Ichinén.-Pensé que entre ese tono pedante y las palabras arrogantes, había algo de sentido, pero solo fue una leve impresión. Más bien me pareció un balbuceo que incitaba a la guerra.-
Todos abrieron los ojos, los soldados que acompañaban al de Nascira, llevaron sus manos a la empuñadora de las espadas.
-Arresten a este traidor.-vociferó el insultado, con chispas en los ojos y casi con espuma saliendo de su boca.
-Así que  usted es el que quiere destronar a la reina y yo soy el traidor?-comentó el guerrero como si fuera un chiste, haciendo caso omiso de como lo retenían por los brazos.
Johan y Nikko observaron como Ichinén no se resistía mientras lo llevaban a un claro en el campamento. Teban se había alejado nomás había visto que venía el otro duque y sus esbirros.
Al detenerse en el claro del campamento asediador, proclamaron a Ichinén como traidor a su causa liberadora.
-Mentirosos, eso es lo que son. Intentan disfrazar de legal lo que no sino una traición lisa y llana.-les gritó Ichinén para que todos los hombres alrededor escucharon.-Nunca estaré del lado del mal, ni tampoco en contra mi gente.-
-Silencio o voy a hacer que te den tantos azotes hasta que se te quiten las ganas de hablar.-gruñó el de Nascira.
-No pienso guardar silencio ante salvajes que además se saltan los protocolos. ¿Es costumbre en Nascira, faltarse el respeto entre duques de esta manera?-refutó Ichinén.
-Arresten a todos los que estaban con el duque de Menkalinam.-
El guerrero seguía en una actitud relajada como si no cayera en cuenta que era lo que estaba sucediendo. Johan vio como aferraban a Nikko sin poder creer que estaban haciéndole eso a un monje, cuando al momento lo maniataron a él. Se estaba maldiciendo a si mismo por no escapar ni bien fueron por Ichinén, cuando una voz cortó el aire.
-Va a tener que arrestarnos a todos.-
Todos se giraron a ver quien había hablado. Era apenas un niño, de unos 8 años, que estaba junto a un grupo de otros infantes.
-Todos estamos con Ichinén, no queremos más guerra. La reina puede reinar para todos, no debemos pelear más.-
El duque de Nascira se puso hecho una furia y mando a una de sus secuaces a encerrar a todo ese grupo de niños. Espada en mano, recién desenvainada el hombre iba a cumplir sus órdenes. El niño que había hablado retrocedió atemorizado, creyendo que lo iban a lastimar, pero una flecha se incrustó en el hombro del brazo que sostenía la espada.
-Que poco valiente es, mandar un lacayo a por un niño.-resonó el grito de una voz femenina.
-Elintari.-musitó Johan, casi sin darse cuenta que lo hacía.
Los árboles alrededor del claro se agitaron como si un viento los moviera desde todas direcciones, pero era una multitud de arqueros subidos a las copas, apuntando sus flechas a los que retenían a Ichinén.
-¿Creyó que me iba a oponer a sus planes solo con mis palabras?-le inquirió Ichinén al otro duque.-La fuerza de la verdad por si sola no puede triunfar, debemos poner nuestro empeño e inteligencia. Mientras estaba ocupado arrestándome y asustando a los que son el futuro de esta tierra, mis amigos se colocaron estratégicamente en el campamento y desarmaron a sus soldados.-
Elintari avanzó por el campamento y se plantó ante el de Nascira.
-En esta nueva unión que hemos forjado, Jahan de Astur, Elintari de Galja, el duque de Barberis de Caerleon y el duque de Menkanlinam; queda arrestado por traición al reino, a su soberana y por conspirar en contra del bienestar de los que luchan contra los demonios.-
Cuando el guerrero Ichinén estuvo liberado de sus ataduras y todos pudieron respirar con alivio, se dirigió a la elfa en voz alta.
-Las palabras dichas por Elintari llevan la verdad. Por esto, considero que ha sido establecida por ella, la unión de los reinos del continente. En bien de todos nuestros pueblos y en pos de combatir el mal que nos azota.-
Una ovación ensordecedora resonó por el campamento como un clamor creciente. Incluso de boca de algunos soldados de Nascira. Había comenzado así, el camino a la salvación de esa tierra tan castigada.

6/30/2022

70-Nikko Shonin.

 

Las decisiones son algo que al guerrero Ichinén le sale tan natural, como lo que a cualquier mortal común sería respirar. Al salir del castillo de Mira, la encrucijada en la que se vio, no era lo habitual en su persona. Por un lado, tenía a su amiga Victoria con quien intentaba alcanzar la tierra de Kosen Rufu, defendiendo a la reina de Azalays de supuestos traidores. Y por el otro lado, a todo el reino detrás del duque de Nascira, también defendiendo a la reina cautiva. Al llegar al concejo de nobles y otros caballeros, le inquirieron sobre lo que había parlamentado dentro. Encontrar a Victoria dentro, encarnando en la condesa de Mirzam había sido suficiente sorpresa. En principio, ella le explicó la situación política. El duque de Nascira o alguien más de esa comitiva, habían intentado un asesinato que por buena fortuna no había tenido éxito. 

-Me sospecho de alguien de su entorno, pero no pondría las manos en el fuego por el duque.-manifestó la condesa cuando caminaban a solas por el jardín.-No las pondría por ningún duque.-

El guerrero la miró con una mueca de hastío, y ella se largó a reír.

-Muy simpática tu broma, “condesa”. Usurpar la identidad no hace que la gente confíe más en tu versión de los hechos.-

Victoria lo miró de hito en hito. Haciendo una larga pausa, antes de suspirar y responderle.

-No usurpé nada. La condesa de Mirzam, era la Victoria de este mundo, como las que ya conociste otras versiones paralelas mías.-

Una punzada de dolor le asaltó a Ichinén en la memoria pero se concentró en lo actual y rápidamente se alejó de esos pensamientos tan tristes. 

-Yo no llegué a conocerla personalmente.-

Victoria le mostró un dibujo sobre una pequeña tablilla, eran idénticas. Ichinén no pudo evitar un gesto de asombro.

-Como dos gotas de agua. Murió durante el gran caos, ese ataque que me relataste destruyo este mundo y te envió al infierno. Visité su tumba, fue algo muy inquietante. Me sentí como caminando sobre mi propia sepultura. Apenas llegada a puerto, después de que nos dividiéramos por el continente, la gente comenzó a seguirme. Al principio no entendí que querían, luego me contaron que era la condesa de Mirzam o su hermana gemela. Les expliqué que me llamaba igual y que no era de aquí, que no éramos la misma persona. Pero la gente no me creyó, prefieren pensar que la condesa resucitó de entre los muertos para ayudarlos. No puedo defraudarlos en eso al menos. Luego, me vi envuelta en toda esta intriga política.-

Ichinén le relató a su vez, todas las vicisitudes pasadas desde que se habían separado.

-Ahora te queda decidir como salir de este embrollo. O por las buenas o por las malas. El duque de Nascira se niega a investigar sobre el atentado, dice que solo fue un accidente.-

Al salir del castillo, el duque de Menkalinam se encontró con el otro duque azalayano, pero no dio fruto alguno esa sesión. 

-La reina debe retornar al pueblo, la condesa rendirse y someterse al justicia por su insurrección. ¿No piensa cumplir la ley por proteger a una amiga, milord?-le reclamó el de Nascira, con mirada grave y un tono de voz parsimonioso.

Maverick, Elintari, Malcolm y otros quisieron hablarle; pero el guerrero se retiró a solas para decidir qué hacer. Cualquier de las dos opciones lo llevaba a traicionar algo o alguien, pero ambas también lo dejaban como el gestor de una guerra civil. Como si ese reino, ese continente, no tuvieran ya suficientes problemas. Ichinén buscó internarse entre los árboles más cercanos al campamento del asedio, con el objetivo de estar solo. Casi lo lograba, cuando que una figura masculina lo seguía. No parecía muy alto o demasiado amenazante. Pensó que sería Malcolm al verlo de lejos, por los ropajes, pero al tenerlo cerca se dio cuenta que no podía ser. Esta persona se acercaba a él con paso tranquilo, como si estuviera de paseo por el bosque. Ichinén esperó hasta que la cercanía fuera más clara para distinguir su rostro. Casi no lo reconoce, pero a pocos metros, el hombre esbozó una sonrisa demasiado familiar.

-Nikko!-exclamó el duque con sorpresiva alegría, apenas empeñada por las tribulaciones momentáneas.

-Saludos, primo. Supe de tu regreso y te busqué largo tiempo.-

Luego del abrazo y algunas palabras usuales en un reencuentro, comentaron los últimos acontecimientos, los cuales se remontaban hasta el gran caos incluso.

-Porque no asumiste el rol de duque, Nikko? Podías reclamar el título en mi ausencia.-

-Ese camino no era para mí, querido primo. Además, esperaba que algún día regresaras.-

-No tenía intenciones de hacerlo, nada quedaba ya para mí en este lugar. Solo por recomendación de un venerable, el mismo que me puse mi nombre…-

-Si, lo sé. En otra existencia, otro mundo u otro tiempo, es igual; soy discípulo del Daishonin.-

El guerrero abrió grandes los ojos, eso si era algo inesperado.

-¿Entonces sabes de la misión que tengo?-

-No solo eso, también se donde se debe abrir el portal para llegar a Kosen Rufu, está aquí en Azalays.-

Las sorpresas no terminaban, pero la realidad le pesaba al guerrero. Primero tenía este desastre social entre manos.

-Si logro que este reino no entre en una guerra civil, puede que alguien me acompañe a Kosen Rufu. Por ahora, eso está tan distante como el reino de Gaia.-

Nikko apretó una mano con otra y miró a su pariente con apocamiento. 

-El desafío actual es sola una función para evitar que logres tu objetivo. En tu cabeza solamente existe el obstáculo. Puede que pienses que esta tierra o su gente no sobrevivirá una guerra civil, pero quizás no sea eso el resultado final. La idea de la guerra es posible que solo la esté pensando pero que nunca ocurra. Lo que no debes hacer es retroceder ante el ataque de los demonios. Ellos saben como presionar y darte por donde podes caer.-

Ichinén no respondió nada y comenzaron a caminar en silencio. Al llegar al campamento presentó a su primo con todos los amigos. Elintari se encontraba discutiendo con algunos soldados de Nascira, sobre los rumores y falsedades que el marqués de Alstroemeria había hecho rodar. Ichinén la frenó y la llamó aparte junto con Nikko.

-Reúne a todos los hombres, vamos al castillo de Mira, con quien luego se sume, el que nos quiera seguir, que lo haga.-

-El duque de Nascira estaba dejando entrever que pese a tu fama, no estabas muy decidido a sobre que hacer al respecto del secuestro de la reina.-

-Ya lo tengo determinado, aunque no creo que le guste. Hay algo más importante que hacer antes que pelear por meras trivialidades en este mundo.  Pero hay algo más en este asunto de lo que se ve a simple vista.-

Ichinén sonó vehemente como siempre y notó como se encendían los ojos de la elfa antes de alejarse. Deseaba estar tan seguro como sonaba, pero tenía varias dudas de estar haciendo lo correcto. La posibilidad de traer más sufrimiento a su gente, de desatar una lucha fratricida; lo agobiaba. Pero si querían sumar a su mal adjudicada fama, que agregaran el cargo de rebelde. Aun cuando comenzara la leyenda de Ichinén, el insurrecto. Él sabía que debía seguir en su objetivo.


3/30/2022

69-Posiciones encontradas.

 
Que exista una temporada de relax y pocas dificultades, es para Ichinén algo que lo hace desconfiar. En especial si habían emprendido un viaje, las dificultades son algo habitual al emprender una travesía. Viajando con una multitud como la que lo seguía, debían darse muchas otras posibilidades de que surgieran obstáculos. Pero no fue así para nada. El camino a la capital fue tan tranquilo, sin incidentes ni accidentes, y hasta el más desconfiado se relajaba. Entrando en la capital de Mira, no hubo cuestionamientos, ni aun ante tan concurrida comitiva. Bastó con decir que era el duque de Menkalinam para que lo dejaran pasar, algo que no creyó fuera a ser tan simple, pero así fue.
El palacio central de Mira estaba siendo asediado por un gran ejército, venido de todos los rincones del reino.
-Quien está al mando es el duque de Nascira.-le informo un soldado al duque Ichinén, vecino de la tierra mencionada.
Cuando lo llevaron ante el jefe del ejército, fue recibido con gran alegría, como a alguien muy esperado. Después de toda la fama nefasta que el marqués de Alstroemeria le había hecho, esperaba un recibimiento frío como en Caerleon. No esperaba ser recibido como un viejo amigo.
-La situación es delicada, la reina se encuentra secuestrada en palacio por la condesa de Mirzam. Está intentando un golpe de estado y estamos agotando las vías diplomáticas. Ya casi hemos decidido entrar por la fuerza, pero nos arriesgamos a que la reina Lara resulte herida.-
Según luego se enteró Ichinén, la reina que él había conocido y de quien había sido guardián real había fallecido poco después de la batalla que lo llevó al infierno. En la línea de sucesión de Azaláys había algunos huecos aunque no tantos como en el caso de Mitjaval, la cuestión se decantó por esta niña que era una noble de Mira, la capital azalayana.
-Quisiera ver si esto puede tener una solución diplomática. Pero previendo un posible conflicto armado. Déjenme intentar un dialogo, si fracasa entramos con todo.-propuso el guerrero, no queriendo precipitarse a una lucha de la que no sabía nada. 
El plan para Ichinén era algo simple, iba a intentar entrar solo con Teban. Nadie desconfiaría de alguien entrando con un gato, si el dialogo no funcionaba, Teban tenía previsto por donde pasar y volver para entrar al menos un soldado con un arma para Ichinén. 
El plan fue aprobado, una escasa comitiva lo escoltó hasta la entrada al palacio.
-Quien vive?-se oyó una voz masculina del interior del edificio.
-Soy el duque de Menkalinam, quiero parlamentar con la condesa, para llegar a un arreglo pacífico de este conflicto.-
Durante un corto tiempo, no obtuvieron respuesta.
-Acérquese solo y desarmado.-
Teban se hacía el gato disimulado como que era un animal autóctono y distraídamente caminaba por el lugar.
-Y sin el gato!-se sintió decir a la misma voz.
Ichinén lo miró y simuló que lo ahuyentaba. ¿Cómo sabían que el gato era crucial para el plan o que algo podía hacer? Ya todo estaba en manos de la diplomacia, si eso fracasaba, poco podía hacer. Caminó como si todo estuviera dentro de lo esperado, no tenía que mostrarse inquieto o notarían que sus elucubraciones se le estaban yendo de las manos. Elintari y algunos otros observaban desde lejos y se comían los codos de los nervios.
La puerta se abrió y le franquearon el paso al duque. Al entrar Ichinén, se encontró rodeado por un batallón entero, apuntándolo con lanzas. Uno le indicó con una seña por donde debían ir. Al entrar, a otro salón vio varias familias como si estuvieran asustadas del intruso, más de lo que él temía al estar desarmado. La reina Lara se hallaba sentada en el salón del trono. Ichinén no la conoció, pero se guió por las señas que le habían dado antes de entrar. La reina niña Lara, muy joven para su reinado, según algunas malas lenguas. Y además, si cabía alguna duda, un soldado la descartó por completo.
-El duque de Menkalinam, que viene a parlamentar, mi reina.-
¿Qué clase de golpe de estado era ese? ¿Con la reina aun en su trono y la conspiradora sin mostrar el rostro? Algo muy peculiar evidentemente estaba ocurriendo allí.
-Mi nombre es Ichinén, duque de Menkalinam, su majestad.  He venido a parlamentar con la conspiradora y proteger a la soberana de Azaláys.-
-Creo que se encuentra confundido, milord duque.-le respondió la reina en un tono tan firme que no daba cuenta de su corta edad.-No necesito protección de los que se encuentran fuera de este palacio. Y acá dentro no están los conspiradores, sino fuera.-
Una voz habló por detrás de Ichinén y eso lo sobresaltó, al primer segundo no la reconoció.
-Además, la verdadera soberana de Azaláys tiene toda la protección que necesita aquí mismo.-
El guerrero estaba girando sobre su cadera para plantarse ante quien había hablado, pero se frenó de sorpresa en mitad del movimiento.
-Victoria!-exclamó sin pensar, debido al asombro.
-Milord duque, le presentó a la condesa de Mirzam.-acotó la soberana.-Victoria Flusskraft.-

12/20/2020

68-La caída de Ichinén.

 

Hay muchas cosas que no son o no deberían ser posibles de existir. Que el sol salga por el oeste. Que los ríos inviertan su curso y corran hacia arriba. Que el fénix no renazca. Que el invierno no se convierta en primavera. Que Ichinén pierda toda esperanza.
Aun así, estoy último si ha ocurrido. 
Hay un evento que no debería ocurrir, quizás nadie desearía que suceda, pero lo hace debido al carácter antinatural de la guerra. Y es que los padres entierren a sus hijos. 
En la completa destrucción del castillo de Menkalinam, en la Corona de Azaláys, Ichinén llora amargamente ante siete tumbas. Faltaría una más, pero esa hermana fue cremada antes que todos. Sus padres y sus hermanos se encuentran bajo el arcilloso suelo de su tierra natal. El Kaikán, conocido castillo de Menkalinam, el hogar de su infancia; es una pila de ruinas. Los cristales se encuentran todos quebrados, o directamente faltantes. Las enredaderas y las hierbas han tomado toda la base de los cimientos. Casi todas las arcadas están partidas o derrumbadas. Apenas algún que otro techo permanece en su lugar original, el resto se hallan en el suelo. El poblado cercano es una zona fantasmal, nadie vive allí o desea hacerlo. La frente del guerrero toca el suelo con desesperación. Esa visión, ese lugar, lo que ha perdido; solo le causa amargura. Una tristeza infinita que lo hunde en un pantano mental que ninguna palabra de su maestro podría sacarlo. No comprende, no puede, no llega a entender; porque razón Nichirén le indicaba regresar a su hogar. Esa tierra está perdida, ya no hay esperanza. Y ese desespero se le contagia como una peste nociva y virulenta.
Johan lo observa incómodo desde lejos, Elintari se contiene de llorar junto con él. La guerrera elfa ha pasado recientemente por algo similar. Pero con el dolor aún reciente, lo ve incomparable a la destrucción y muerte que se observa en Menkalinam. El duque de Barberis no dice nada, pero siente algo muy similar al resto. Ichinén, postrado de rodillas se siente desfallecer.
-Ichinén, vamos. Debemos seguir al poblado.-Le indica Johan al poner una mano sobre el hombro del guerrero.
El actual duque de Menkalinam, esa tierra destruida, no se inmuta y continua cabizbajo. Nadie nunca lo había visto así. Y la desazón se propaga, como si supieran que luego el sol no saldría la mañana próxima. 
Habían llegado con una comitiva desde Caerleon, usando los portales que Teban y otros gatos les habían abierto. El Kaikán se veía desde lejos y ya representaba el epítome de la desolación. Sobre el costado del camino, Ichinén los guió hasta encontrar las tumbas de su familia.
-Mis seis hermanos muertos, mis padres. Todos se han ido. El reino destruido. Nada quedaba para mí y terminé en el infierno, de donde luché por salir…-comenzó a murmurar Ichinén.
Nadie quiso repetir que debían seguir, no se animaban a perturbar su dolor. 
Se volvió de noche y los ánimos solo decayeron aún más. El atardecer pareció representar como el humor del guerrero se oscurecía aún más. Una figura se acercó y los guardias tanto de Caerleon como de asturien le franquearon el paso.
-Yo conozco a lord Ichinén, me enteré que estaba aquí y me acerqué…-dijo una voz que al guerrero le resultó levemente familiar y que lo despertó poco a poco de su aislamiento.
-No me interesa si sos un primo hermano, nadie pasa sin autorización.-espetó un guardia asturien.
-Dejenlo acercarse.-indicó Ichinén, permitiendo el acceso a su tienda, un hombre solo le parecía poca amenaza.
Al verlo de cerca, el guerrero reconoció a Maverick, su amigo, aquel que había sido de gran ayuda cuando fue encarcelado por ese grupo de fanáticos, en otro mundo. (Véase Leyenda de Ichinén 25-26) 
-¿Maverick? ¿Cómo llegaste a este mundo?-
-Supongo que usamos el mismo sistema felino.-respondió el amigo.
Ichinén sonrió por primera vez desde que había pisado su tierra natal, aquel rostro conocido lo sacaba lentamente de su letargo.
La reunión que tuvieron, fue presenciada por Elintari, Johan, el duque de Barberis y el jefe asturien que quedaba. Maverick informó de la situación actual. Siguiendo el consejo del maestro Nichirén, él había llegado antes hasta Menkalinam, sabiendo que era el hogar del duque Ichinén. Se mantuvo al tanto de lo que ocurría en las vecinas tierras de la capital de Azaláys y el vecino ducado de Nascira. 
-El duque actual de esta tierra está en camino a la capital para enfrentarse en batalla contra la desertora condesa de Mirzam.-
Al recordar esa tierra, supo que Victoria estaría en peligro, había ido hasta ese condado para encontrarse más tarde con él. (Véase Leyenda de Ichinén 53)
-¿Sabés algo de Victoria?-inquirió el duque.
Maverick meneó la cabeza casi con vergüenza.
-Nada, ni una palabra, como si se la hubiera tragado la tierra. Y créeme, estuve en Mirzam incluso, pero nadie recuerda a una forastera llegando o simplemente apareciendo.-
-Algo extraño ocurre aquí, Victoria no es precisamente alguien que no se haga notar.-replicó Ichinén.
-La cuestión que el reino está al borde de una guerra civil.-continuó Maverick con clara consternación.
-O lo que queda de él.-acotó Ichinén sombríamente.
El pesimismo pareció invadirlos a todos. El duque de Menkalinam se incorporó y salió de la tienda para dirigirse al jefe de la guardia, el líder asturien.
-Partimos al amanecer a la capital, que todos estén listos para esa hora.-
El hombre hizo una venia y le indicó que estaba informado.
-Hay muchos refugiados en el pueblo que está en el camino a la capital…-comentó Maverick, no sin cierta duda sobre que decir luego.
-Los llevamos con nosotros. No sé quien maneja el reino o si el trono está vacante, pero debemos indicar a quien lleve la corona que debe hacer algo por su pueblo. Ya veremos como resolver el problema en paz o luchar por la justa causa. Pero para eso debemos salir raudos a Mira, la capital.-
Como si su intención fuera dar el ejemplo, el guerrero se puso a ordenar sus bártulos y estaba listo a partir, aun antes del amanecer. Solo un par de horas de sueño para poder emprender la marcha, el nerviosismo no le permitió más.
El alba no le trajo más tranquilidad, ya que Johan hizo un comentario desafortunado.
-Milord Ichinén, encontré un relato local que podría servir para una crónica de todas sus aventuras.-
El músico se empeña en escribir odas o loas al guerrero Ichinén, aun a disgusto del propio protagonista de esa epopeya. Y sin esperar una acotación del duque se largó a recitar.
-“El séptimo hijo de un séptimo hijo, con tres coronas delante suyo.
Amado por cuatro reinas, odiado por dos reyes…”-El recitado de Johan fue interrumpido por un gruñido de Ichinén.
-Basta de repetir idioteces. Esas locuras solo llevaron a mi padre a tomar las peores decisiones, creyendo que me esperaba alguna clase de destino glorioso que nunca llegó, como verás. Son solo los balbuceos de una vieja loca que vio un niño de noble cuna nacer y se le ocurrió embaucar a los padres con historias de futuros que nunca llegarían.-
Johan enmudeció ante el exabrupto del guerrero. No supo que estaba ocurriendo, solo vio la espalda del duque alejarse con evidente disgusto. Maverick se acercó y le disipó todos los cuestionamientos.
-He estado el tiempo suficiente para conocer la historia casi completa. El padre de Ichinén recibió la visita de una anciana, bruja o sacerdotisa, algo por el estilo. Apenas el joven Angwesen, Ichinén, había nacido. En la profecía decía que su nombre sería ese, aunque usando otros términos. En los otros puntos de la profecía, el padre de Ichinén se basó para toda sus acciones y podés ver como terminó el ducado y el continente entero. Todos aquí saben que Ichinén odia esa profecía, no solo por lo que representa sino por lo que trajo consigo.-
Johan no supo que acotar y se sintió muy descolocado. Pero así como Ichinén, deseo con todos sus huesos, dejar esa tierra destruida detrás.