3/31/2016

31-Gatten.

La salida del barco ku al espacio normal se sintió para Ichinén y Victoria como cuando se destapan los oidos al bostezar. La barca redujo la velocidad, ya sabían que no los estaban persiguiendo y eso tranquilizaba a todos los tripulantes. Las estrellas los rodeaban por todas las direcciones en que miraran. El espectaculo era sobrecogedor, podían palpar en ese instante la grandiosidad del universo. Victoria se apoyó en la baranda de cubierta y descansó su mente en esos puntos luminosos. 
-Pareciera increible de donde acabamos de huir al observar este paisaje.-comento Dulce a su compañera, acto seguido comenzó a lamerse una pata y pasarsela por la orejas.
-Si.-asintió Victoria.-
-Las ilusiones que rokuten nos planteaba eran demasiado añoradas como para escaparles facilmente...-comentó Ichinén, como quien se arrima a entablar conversación, pero Victoria se fue como si hubiera estado enojada por su intervención.
Ichinén la miro irse, desconcertado.
-Mujeres.-comentó simplemente la gata.
-Vos también lo sos, digamos.-le replicó Ichinén.
-Por eso lo digo. Pero tampoco vas a comparar con una diosa felina como yo.-
-Humilde sobre todo.-ironizó él, aunque no podía entender la reacción de Victoria.
Abel sacó algunas botellas para tomar y celebrar esa exitosa huida. Ichinén aceptó con alegría lo que le invitaban. 
-Los dejaremos en la luna, que es nuestro destino. Espero que puedan arreglarse desde ahí.-
-Si, portales en la luna, deben sobrar.-intervino Teban, antes que Ichinén pudiera siquiera encogerse de hombros. 
La verdad es que el guerrero no tenía muy planeado que harían luego. Hasta ese momento el único pensamiento era evitar ser capturados por los demonios. 
Se fueron acercando a la luna, navegando por el vacío del espacio, Ichinén ignoraba muchas cosas. Como que en un barco semejante a ese pero que no fuera como Ku, no podrían respirar y morirían en segundos. Todo esto le fue informado por su compañero felino, que daba muchas explicaciones acertadas, pero nunca de como sabía todas esas cosas.
Al acercarse a la luna, Ichinén pudo apreciar en detalles lo que desde la tierra apenas se podía vislumbrar. Los crateres le daban una apariencia casi como si fuera un rostro. Por un momento se le hizo en la mente la imagen de un rostro sonriente con un ojo tapado por algo, pero fue por un segundo o menos. La despedida se acercaba y nadie quería hacerlo, pero Abel los dejó en el suelo lunar con una explanada muy larga que extendieron hasta el pico más cercano. Ichinén y Victoria sabían cual sería el destino del barco Ku, fusionarse con el universo, entrando en latencia. Los muertos allí van y nada detiene el curso normal del universo, así como la tierra no deja de girar sobre si. Una voz potente y penetrante los interrumpió en pleno ritual de despedida. Aunque lo intempestivo de la sopresa los asaltó, el miedo no los embargó.
-Llegan aquí en busca de consejo o de ayuda. Pero somos nosotros quienes la pedimos.-
Ichinén y Victoria miraron en derredor, pero solo se atisbaba el grisaceo paraje lunar. Teban maulló y se quedó observando en cierta dirección. Los demás vieron donde indicaba y se encontraron a una mujer caminando hacia ellos.
-Quien es esa mujer?-preguntó Ichinén, pero nadie supo responderle con algo más que expresión de incredulidad.
Cuando la mencionada estuvo cerca, se presentó.
-Me llaman de muchas formas, pero pueden decirme Gatten. No soy exactamente mujer ni hombre, muchos me identifican de una forma y de otra. Asumí esta apariencia para poder comunicarme con ustedes. Soy la manifestación de la fuerza del universo que conocen como Luna. Soy una de los Shoten Zenjin. Y necesitamos tu ayuda, Ichinén.-