10/30/2015

26-El encarcelamiento de Ichinén.

De la primigenia prisión, Ichinén fue traslado luego en un carro. El lugar donde lo encerraron a continuación parecía bajo tierra, la mazmorra de algún castillo suponía. No pudo ver mucho del trayecto ni en otros momentos del traslado. Apenas si le permitieron visitas. Maverick le llevó comida, ya que sus carceleros apenas lo habían alimentado. Su amigo se lamentaba que era una ración algo pobre, Ichinén se la agradeció de corazón.
-Mucho no me han dejado pasar. Sospechan que intentaría traerte algo para que puedas escapar. Vigilan mucho eso.-
-Gracias, es más que suficiente esto. Bastantes peligros has corrido para traerme esto. El tribunal se reúne mañana, no hay tiempo para más. Es demasiado peligroso que me traigas raciones otra vez.-
Maverick se agarró de un barrote de la celda embargado por la impotencia. La mazmorra estaba sucia y oscura, era un lugar donde apenas había luz de antorchas, ni esperanza de ver la del sol.
-No tengo muchos tesoros, con los que pueda sobornar a los guardias. Lo lamento, Ichinén.-
-Yo tengo un gran tesoro. Un amigo que me trae estos manjares.-
-No son gran cosa.-
-Después de que apenas me alimentaran este es el más rico manjar. Te lo agradezco, amigo.-
El compañero le contó que Teban había llegado herido pero que estaba bien ahora, después de unos cuidados. Esto tranquilizó a Ichinén parcialmente.
Maverick suspiró hondamente y removió el polvo con el pie.
-No comprendo todavía la razón de tanto horror ante tu fe. Es tu fe sincera, no has molestado a nadie con ella.-
-Yo tampoco lo comprendo, pero algo más está ocurriendo aquí.-
-Un comerciante me dijo una vez que quien dice la verdad siempre se ganará enemigos.-
-El príncipe me dijo algo similar con otras palabras.-respondió el guerrero Ichinén.
La voz estentórea y cascada del gordo carcelero se sintió en todo el túnel de la mazmorra. 
-Se acabó la visita! El prisionero morirá mañana.-
Maverick se removió inquieto pero no dijo nada. Ichinén fue quien respondió clavándole la vista.
-Mañana me van a juzgar.-
-Entonces morirás pasado.-replicó ofuscado el obeso sujeto, rascándose un grano en el rostro.-No me hace ninguna diferencia.-
-Si, noto que la diferencia entre una serpiente y una cuerda no te es clara, ten cuidado la próxima vez que ates algo.-
Maverick se retiró tratando de contener disimuladamente una sonrisa, mientras el carcelero agitaba un puño en el aire.
-Ya verás cuando salgas de esa celda, no estarás tan contestador.-
-¿Qué vas a hacer? ¿Intentar matarme? Creo que eso es lo que ya planean hacer, con un juicio antes para guardar las formas, pero el resultado será el mismo.-
Ichinén lo miró con divertido desdén, como marcando algo demasiado obvio. El hombre no supo que responder y se retiró.
Al quedarse solo, terminó la comida que su amigo le había llevado. Si eso lo ayudaba a sostener su cuerpo para poder resolver este aprieto y así poder continuar el camino a Kosen Rufu. Maverick había colaborado sobradamente en ese destino. Las horas fueron pasando, pese a que no se veía, sabía que el sol  se estaba poniendo. El sol descendía en paralelo con su ánimo. Aunque pensaba y pensaba, no veía como salir de ese atolladero. Se encontraba atormentado por todos esos pensamientos, cuando recibió una nueva visita.
-El gran Ichinén, no es algo precisamente impresionante.-se burló el hombre desde dentro de su capucha.
-Sal de las sombras, para que pueda verte. Ya sospecho tu identidad.-le increpó Ichinén.
El hombre se acercó a los barrotes y se echó la capucha hacia atrás. El rostro se le hacía familiar, pero no era el que esperaba. Su sospecha que fuera Rokuten era errada.
-¿Quién esperabas que fuera?-
Algo en ese rostro lo ponía en alerta, pero no podía precisar que era. Mirándolo con desconfianza, Ichinén le respondió.
-Un viejo enemigo, que le encantaría verme en esta situación.-
-Muchas fuerzas desean verte en esta forma, apresado e inútil. Pero solo yo he conseguido lograrlo.-
El guerrero alzó las cejas con asombro.
-¿Por qué razón? Ni siquiera te conozco.-
-Oh, pero para quien trabaja conmigo si eres conocido, alguien que aborrece tu arrogancia de intentar llegar a Kosen Rufu. Como si lo merecieras, y encima llevar más gente contigo.-
Ichinén sintió que algo ignoraba de todo aquello, esas fuerzas que se le oponían, no la veía claramente. Se dio cuenta que al emprender el camino, muchas fuerzas negativas se habían resentido. No solo porque el fuera por ese sendero, sino tan solo por la posibilidad de que otros lo siguieran. 
-Creo saber para quien trabajas.-agregó el guerrero.
-No trabajo para él, sino en conjunto. Mi interés en esto es apartar de tu asociación con el Príncipe.-
La mención del primer maestro le trajo a la memoria una alusión.
-Si, ese es nuestro vínculo, Ichinén.-
-Pero yo no te vi nunca.-
-No, viste a mi primo, el Príncipe, tu primer maestro.-
-Y el primo que conocí, Ananda…-
-Ese es mi otro primo, un iluso que siguió las enseñanzas del arrogante príncipe y primo mío. ¿Sabías que el abandonó su hogar, su hijo, todo; por perseguir ese sueño? Dejó el reino y se fue en busca de su tan preciada iluminación personal. Muy arrogante de su parte por cierto.-
Ichinén se acercó a los barrotes y le clavó la vista, examinándolo.
-Arrogante me parece tu actitud de juzgar a otros, como si hubieras hecho algo importante. Tus primos no te mencionaron, debes ser claro candidato para el olvido.-
Esto ofuscó al hombre y casi escupiendo soltó toda su voz.
-Yo soy Devadatta, mi primo me debe mucho, sin mi no hubiera logrado grandes cosas. ¿Y así es como me lo paga? Tomando en cuenta a cuanto soñador pulula por ahí, Ananda, tu; siempre hay alguien persiguiendo ilusiones. Justamente lo contrario a lo que dice enseñar.-
-Confundes soñar con ensoñación.-le refutó Ichinén.-Mi padre me enseñó una vez, está bien pensar que el cielo es el límite, mientras mantengas los pies sobre la tierra.-
Devadatta torció el gesto con desprecio, Ichinén ni se inmutó.
-Mírate, patético ser humano. Encerrado en esta prisión por seguir a mi primo. Solo otra ilusión.-
-Peor es tener una cárcel como la tuya, la de la envidia y el resentimiento. Por lo menos mis barrotes son concretos y reales, impuestos por otros. Los tuyos solo tú los has puesto allí.- 
Esto no gustó para nada a Devadatta, en su rostro se transfiguraba la viva imagen de la ira. Esto en principio le parecía hasta cómico al guerrero, pero al ver la furia en el rostro del hombre cayó en cuenta de algo que se le había escapado hasta el momento. Se reprendió por dentro por no darse cuenta antes.
-Ahora comprendo. Estamos en el estado de la ira. Por esto esa gente se encuentra tan cegada ante todo, por eso la violencia. Por eso, eres tu quien me viene a confrontar. El Príncipe dijo que debía atravesar los cuatro estados más bajos. Él dijo que me faltaba el último y aquí estoy. Claro, no existe un cartel a la entrada de esta tierra donde diga: usted ha entrado al estado de Ira. Uno simplemente es arrastrado dentro. ¿No es así?-
Devadatta lo observaba fríamente, con una media sonrisa irónica.
-Y has caído en la trampa como un ingenuo. Mañana te juzgarán, te condenaran y morirás a manos de Seiryū, quien será tu verdugo, la viva imagen de la Ira.-
-Ya veremos que es lo que ocurre. Y veremos si ese Seiryū es tan bravo como dices.-
El hombre soltó una sonora carcajada.
-¿No sabés quien es Seiryū? Es el dragón azul, serás un tímido bocado para él.-
Diciendo esto, Devadatta dejó solo a Ichinén.

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