8/31/2016

36-Bonten.

El palacio de la luna no es todo lo inhóspito y frío que cualquiera se podría imaginar. De hecho, era muy cálido y confortable. Un sitio más que adecuado para descansar y recuperarse. Ichinén despertó como tantos otros días, había guardado reposo los últimos tres días. Las heridas del otro mundo, no se manifestaban igual en este. El dolor y el sufrimiento permanecían, aun cuando las evidencias físicas no se notaban. Junto a su lecho, se acercó Victoria trayendo una bandeja con comida. Gatten era un buen anfitrión y pese a no necesitarlo, sabía de buenos manjares. La mujer se sentó al costado de la cama.
-Fue muy valiente, defender a esa pobre chica, de esa... esa... alimaña.-le dijo al guerrero.
El asintió, agradeciéndole la mención.
-No podía quedarme ajeno a eso. Se que tenía que mantener un perfil bajo y seguir con el objetivo, pero eso fue demasiado para serle indiferente.-
-Si, fue valiente y bastante estúpido.-se quejó ella.-Pero es por eso que me caes bien, sos consistente con lo que crees. Aunque a veces creo que pecas de ingenuo.-
El guerrero sonrió y trató de llevarlo por el lado chistoso.
-Y yo que creí que te caía mal...-
-A veces te pasas de rígido, el mundo no es tan lindo como para actuar como lo haces. Puede que muchas veces eso te ponga en peligro. El mundo es como es.-
Él la miró de hito en hito, respondiendo con voz grave.
-El mundo está así, pero no necesariamente tiene que permanecer así. Kosen Rufu no es más que un sueño si solo creemos que estará esperándonos, y no hacemos nada por él.- 
Victoria se levantó como para irse, pero se detuvo para responder, entre una duda y un suspiro.
-Ay, Ichinén. A veces hablás demasiado, demasiado seriamente también. Desde que nos conocemos me estás dando sermones y lecciones. Te vuelves un poco grueso de aceptar. Demasiados consejos para una sola vida.-
Mientras ella salía, Ichinén se quedó pensando cuando se conocieron. Ella lo sacó del portal donde estaba ahogándose y muriendo de frío en ese gran y lujoso barco que se hundía. No recordaba haberse puesto a darle ningún consejo. Aunque en una charla anterior, él ya había notado que ella se refería a hechos que no recordaba o no de esa manera. ¿Cuándo se habían conocido? Recordando dichos de Teban, quedó un rato más descansando, mirando el cielorraso del palacio. Teban había dicho que cada mundo podía ser un tiempo diferente. La explicación podía ser tan fácil, y tan compleja, como que Victoria lo hubiera conocido en un tiempo pasado y que para él aun no hubiera ocurrido. Dormitó un rato más, aun le dolía en parte el cuerpo, hasta que un sacudón lo despertó. Encontró a Teban apoyado como una estatua justo a su lado. Vigilando como dormía quizá, pero sin decir o hacer nada.
-Oh, es el gato vigía.-
-Si, no solo vigilamos puertas. También cuido tus sueños de malos espíritus. En eso, compartimos misión con los perros.-
Ichinén le acarició la cabeza entre las orejas y el gato buscó más la mano. Sacudió todo el cráneo cuando el guerrero retiró sus dedos.
-Como sea, Gatten me pidió que te despierte. Recibimos una importante visita y desea presentártela.-
Ichinén se levantó, engalanó y acomodó bien. El dolor remitía, aunque podía sentirlo cada cierto tiempo igual que el primer día.
Cuando encontró a Gatten, un hombre muy alto y fornido la acompañaba. Recordó que los conceptos de el o ella no corrían con las Shoten Zenjin, pero para tales fines debía referirse a ellos de alguna manera.
-Ichinén, este es Bonten, uno de los grandes reyes celestiales. Muchas veces conocido con otros nombres o simplemente como Dios, pero como ya hablamos, eso es una percepción parcial o errada.-
Bonten le hizo una leve reverencia a Ichinén.
-Nos hemos conocido, aunque bajo otra forma y no creo que lo recuerde.-
Ichinén enarcó una ceja, intrigado. Bonten sonrió.
-Esa espada que llevas a la cintura. Yo fui el que te la entregó.-
La sorpresa de Ichinén, hizo sonreir a ambas funciones del universo. El guerrero no salía de su sorpresa. Bonten era aquel viejo que le entregó a Daimoku.
Con Gatten y Bonten, él fue comprendiendo ciertas cosas sobre el universo y su misión. Charlaron largo rato, de muchas cosas. Lo llevaron a un lugar con muchos círculos y rectángulos de vidrio, casi como si fueran espejos, pero muy opacos para reflejar demasiado. Cuando se detuvieron junto a uno de los círculos, éste resplandeció un poco y comenzó a mostrar imágenes. En ellas se veía una mujer, tardó un poco en reconocerla, no solo porque estaba diferente y con el cabello más largo.
-Ella eres tu, es el yo del mundo que visitaste hace poco.-explicó Bonten.-Se encuentra bien. Aunque tiene un poco de confusión debido a tu visita.- 
-¿Mi otro yo no recuerda nada de lo que hice con su ser?-
-No, tiene algunas vagas referencias, pero la memoria puede ser así de imprecisa. El trauma de la experiencia puede explicarle la amnesia en torno a esos días. De hecho, no recuerda muchos hechos ocurridos mucho antes de tu intromisión, debido al trauma sufrido en el campo. La mente intenta protegerse apelando al olvido.-respondió Bonten.
-¿Qué fue de ella? De mi, quiero decir.-trastabilló Ichinén.
-Es confuso para la mente, lo se.-explicó Bonten.-Por lo que parecía, sin tu intervención el espíritu de ella sería vencido finalmente. Moriría en el campo de concentración. Podemos decir que debido a tu intromisión, tu fuerza le fue transmitida y pudo sobrevivir un mes más. El campo fue tomado por los enemigos de sus captores, poco más de un mes luego de tu escape. Ella se recuperó físicamente, y más despacio en lo mental. Pero su espíritu cobró nueva determinación, algo que debe agradecerte, aunque lo desconozca.-
Bonten le indicó que fueran ante otro círculo en la pared, parecía un espejo pero no mostraba el reflejo, sino imágenes. Ichinén pudo ver su versión en ese mundo, con el cabello ya bien crecido. Vio como poco a poco comenzaba a vivir, a pensar en el futuro, a sonreir, a seguir adelante. Vio la ejecución de Irma Gesse, y como se encontraron por última vez, en el momento final. Mirándose fijamente, la ejecutada con desprecio y soberbia. La otra con madurez y superación. 
-Ella tuvo que enfrentar ese demonio que la había lastimado y darle un cierre. Sino, la muerte de la jefa del campo hubiera sido solo un incidente más.-explicó Bonten.-Esa es mi área, causas y efectos. Pocas veces se da un ser que sea un poco de las dos, como la flor del Loto.-
Gatten carraspeó y miró fijamente a Bonten.
-Vas a hacerlo?-comentó la mujer.
Bonten respondió con un gesto afirmativamente.
-Ven Ichinén, hay algo que debo hacer y podés ayudar al respecto.-
Ichinén siguió a Bonten, mientras Gatten permanecía en ese salón de las imágenes.
Atravesaron un portal y se encontraron en medio de las estrellas, literalmente, no parecían flotar pero tampoco podía decirse que existía un suelo. Ichinén soltó una exclamación de sorpresa.
-Estamos buscando a alguien.-comentó Bonten.
Ichinén miró en derredor, todos los puntos luminosos y distinguió uno cercano. No era así, una estrella como otras del firmamento. Una figura de hombre que resplandecía, eso comenzó a distinguir conforme se acercaban. Al girarse, Ichinén reconoció al primer maestro, el príncipe.
-Siddartha.-llamó Bonten.
-Brahma, te reconozco.-
-He venido ante tu momento de iluminación, conoces ahora la Ley, comprendes plenamente la razón de los sufrimientos del mundo.-
-Así es. He comprendido como dices, más siento que algo falta. Algo más debo hacer.-
-Has logrado un objetivo, pero ahora tu misión reside en guiar a otros por el mismo camino. La iluminación no para una sola o pocas personas, sino para todos los seres humanos. Que todos sepan que tienen tu mismo potencial.-
El príncipe dudó un poco, Ichinén se mantenía aparte, no sabiendo si intervenir. En un momento no pudo más, y pese a mostrarse impertinente, decidió hablar.
-Maestro.-dijo el guerrero, poniendo su puño contra la otra palma en una inclinación, tal como era el modo en su tierra.-Esta es la espada de La Ley, ella me ha sacado del infierno del sufrimiento incesante. Me ha salvado la vida, en todo universo y más de una vez. No puede dejar de propagarla, no debe quedar para uno solo o algunos pocos. Esto debe saberse. Le ruego, Maestro, no dejé de darla a conocer al mundo. Cuente conmigo para esta empresa.-
El príncipe lo miró sorprendido, pero calmado. Bonten fue el que siguió hablando.
-Este es tu discípulo, uno de los tantos innumerables y gloriosos que tienes. Es el del futuro y sabe bien por experiencia propia de lo que está hablando. Quedarse egoístamente la Ley para uno, solo iría en contra de tu propio progreso hasta ahora.-
-Existirán dificultades.-acotó el iluminado, aunque sin atisbo de temor o contrariedad.
-Si, muchas. Incluso ante la misma ignorancia e indiferencia.-
-Pero es lo que debe hacerse. Comprendo.-concluyó Buda.
La luz en torno a su cuerpo creció y se volvió tan fuerte que Ichinén giró el rostro, cegado por el resplandor. Al volver a mirar, el maestro ya no estaba.
-Vamos.-dijo Bonten.-Ya terminamos aquí.-
Regresaron al salón por del que habían partido. Donde había otras puertas. Ichinén sintió otro dolor, cada cierto tiempo regresaban con toda la fuerza y se iban.
-Esta es como lo que conoces como la estación de paso, algo un poco más sofisticada y engalanada, pero cumple la misma función. ¿Ves esa puerta de allá? Esa es la próxima que vas a cruzar.-informó Bonten.
-¿Adonde me llevará?-inquirió el guerrero.
-Con el segundo maestro.-
Ichinén sonrió de oreja a oreja, suspirando se perdió en sus pensamientos sobre Kosen Rufu. Sintiendo que esa tierra, estaba más cerca.

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