2/28/2017

42-El camino a seguir.

El cortejo fúnebre dedicado a la reina Innocenza Dec Forgja, avanzó en procesión por todas las calles y pasajes de los alrededores del castillo. Si la carroza que llevaba el cuerpo pasaba a lo ancho, se recorría ese tramo. Esta era la costumbre de siglos, para despedir a los reyes y reinas desde los tiempos de antaño, así todo el pueblo podía ver a quien había dejado este mundo. Incluso ya había un camino prefijado, estimando las menor cantidad de reiteraciones y que tampoco quedaran calles por circular. A Ichinén esto se le hizo más penoso, era como echarle sal sobre las heridas, sin ser demasiado metafórico. Las mujeres que observaban el desfile lloraban sin consuelo, algunas a los gritos. Todos querían a la reina, muchas miradas se clavaban en él, acusadoramente. Valdemar era especialmente acuchillante con los ojos. Cuando llegaron al castillo, depositaron el cuerpo para que comenzara el velatorio real. Se utilizó para tal fin el salón por donde Ichinén, había aparecido por primera vez. Innocenza yacía acostada delante de la explanada desde la que él había saltado para aniquilar al oscuro monstruo. Había llorado silenciosamente durante todo el trayecto y esa misma mañana. Se había movido apoyado en un bastón, debido a las heridas infligidas por Rokuten. Ichinén apenas se sentía con ganas de caminar, pero lo hacía de todas formas. Por fortuna, la procesión terminó en algún momento y solo se mantuvieron de pie en el salón. En tanto, una infinita hilera de visitantes, desfilaba para dar su adiós a la reina Innocenza.
-Esto es mi culpa.-dijo el guerrero.
Valdemar que estaba justo a su lado, ni se giró apenas y continuó mirando a los que pasaban delante, dando el más sentido pésame.
-Supongo que esta es la parte donde esperás que yo diga que no es tu culpa. Pero eso sería faltar a la verdad, si lo es. Es culpa tuya. Quizás no todo. Rokuten ya era nuestro enemigo, Innocenza se le había opuesto siempre. Pero ir sin un plan y que fueras la moneda de cambio para el Rey Demonio, eso sí es tu parte de culpa. Los traidores que dieron el dato para que el dragón supiera donde estaba la reina y que los vigías de la frontera no se enteraran, ellos son culpables de esa parte.-
-¿Qué fue de ellos?-
-Los apresamos, ni bien ordenamos el castillo y organizamos el rescate de la reina, que igualmente no llegó a buen fin. Están abajo, en las mazmorras. Tengo bastante tiempo para entretenerme con ellos. Tienen veinte uñas cada uno, una lengua; muchas cosas para arrancar y quemar. Mis métodos pueden lograr el mayor dolor, sin que por eso estén cerca de la muerte.-
-Eso es inhumano, Valdemar.-
-Lo es, la reina lo prohibiría. Pero como gracias a ellos y a ti, ya no está, lo haremos a mi manera inhumana. Ahora ya nada te retiene aquí, mejor vete antes que piense en tratarte de la misma forma. Si no lo hago es porque quisiste salvarla, no fue traición, solo necedad. Y porque ella te apreciaba mucho. Pero no tientes mi paciencia…-
Valdemar se interrumpió bruscamente, el gran portal del salón comenzó a relumbrar y agitarse el aire circundante. Era el mismo portal por el que Ichinén había llegado junto con la aberración oscura. El pasaje de otro mundo hizo que los que se hallaban allí congregados se apartaran asustados. El vano de la entrada resplandeció y por allí cruzaron, dos personas y dos gatos. Maverick abría la marcha, seguido por Dulce y Teban, detrás de todo, llegaba Victoria. Una mujer gritó horrorizada al verla, otros comenzaron a murmurar entre sí, presas del asombro y el desconcierto. Victoria los miró sin entender que era lo tan impresionante. ¿Qué le ocurre a estas personas? Nadie miraba a los otros, solo a ella, eso la incomodaba por ignorar la razón más que nada. Conforme fueron avanzando vieron a Ichinén junto a un hombre vestido de negro, con el pelo largo hasta el hombro, con aspecto desaliñado y algo sucio en el cabello. 
-Ichinén. Te encontramos.-le dijeron sus amigos, entre otras palabras similares de saludo.
Victoria fue a su lado para esto y de paso preguntar que ocurría en ese mundo con la gente que allí había, cuando se frenó a media palabra, viendo el cuerpo que yacía. 
-Tu eres Victoria.-le dijo el hombre de negro, pero ella estaba distraída contemplando a Innocenza.
Se acercó lentamente y pareció que nadie respiraba en ese momento, solo miraban cada gesto y cada exhalación de la joven. Victoria se detuvo al lado de Innocenza. Era ella y a la vez no lo era. Similar, pero diferente. Una sensación extraña la recorrió. Lo más parecido para describirlo es “como si alguien caminara sobre mi tumba”. Aunque para Victoria aquella podía perfectamente serlo. Innocenza era la versión suya en ese mundo. Valdemar le dijo el nombre y algunos datos sobre quién era. Finalmente, le relató como había sido asesinada por el Rey Demonio. Victoria no decía nada y solo miraba y rozaba a la difunta reina.
-Es como si estuviera ante el cuerpo de mi hermana gemela. Claro que no tengo hermanos. Pero es algo muy raro.-dijo cuando Valdemar había relatado todo y solo había silencio desde mucho tiempo atrás.
Al girarse, vio que Ichinén no estaba allí, tampoco Teban. Maverick le señaló el balcón afuera, uno que daba a un jardín. Ambos fueron en busca del guerrero. Lo hallaron apoyado sobre la baranda, con el felino a su lado. Teban le estaba contando como lo habían encontrado, lo que había sentido al hallarlo. Al ver que los dos humanos se acercaban al tercero, se alejó para que los bípedos hablaran. Ya que él no parecía conseguir demasiado.
-Espero que a vos te escuche, Victoria.-le dijo el felino al cruzarla.
Ella se preguntó a que se refería, cuando vio detenidamente la expresión de Ichinén. Era la viva imagen de la desazón.
-No voy a seguir a Kosen Rufu.-expresó el guerrero sin más.
Con un dolor inmenso se apoyó sobre la baranda de la terraza del castillo, quizás deseando que sus fuerzas no le flaquearan en más de un sentido.
El asombro invadió tanto a Maverick como a la otra. Victoria abrió la boca todo lo que daba, desconcertada por la salida de Ichinén.
-¿De qué estás hablando, Ichinén?-
-Innocenza murió por mi culpa, Rokuten lo hizo de venganza por mi osadía. Quiere impedirme el camino a Kosen Rufu y va a matarlos a todos para lograr cerrarme el paso.-
Maverick no supo que decir, pero Victoria parecía contenerse de no estallar en mil pedazos.
-¿Vos sos idiota? ¿Te volviste ratoncito de repente? ¿Cómo vas a abandonar la búsqueda de Kosen Rufu? Si lo que el segundo Maestro te enseñó, o lo que Gatten y Bonten dijeron, no te convence… ¿Qué parte te falta entender de que hay mucho en juego con esto?-
-La próxima vez podría ser Teban o Dulce, o ustedes. No quiero tu muerte también en mi conciencia.-
Victoria agradeció no tener nada contundente a la mano, porque seguramente se lo hubiera dado por la cabeza.
-Tenemos el paradero del tercer maestro, está a dos mundos de distancia. Teban dice que un portal que puedo formarse no muy lejos de este poblado, nos llevara al mundo desde el cual acceder al del tercer maestro. Kosen Rufu puede que esté más cerca de lo que creemos. ¿Y vos querés abandonar?-
-Ichinén, muchos pueden perder la vida en esta búsqueda. Yo creo en vos. Kosen Rufu es algo por lo que vale la pena dar la vida. El demonio del sexto cielo solo sufrirá con nuestro éxito. No se lo puede matar o herir, pero si lo haremos de alcanzar nuestro objetivo. No podés abandonar ahora.-
La joven se giró a Maverick y le pidió que los dejara solos.
-Decile a Valdemar que prepare la sesión de azotes que me comentó. Quizá la necesite para hacerlo entrar en razón.-
Ichinén la ignoró, dándole la espalda a medias.
-No sé porque ahora pensás abandonar pero no puedo hacerlo sin vos, Ichinén.-
-Pueden seguir sin mí, no soy tan necesario.-
-El vaticinio que me dieron hace años. Aquel que dice que quien me trajera esperanza y liberara de mi prisión, sería el que me guiaría a Kosen Rufu. Y ese sos vos Ichinén.-
-Yo ya no tengo esperanza, se fue con Innocenza.-
Victoria casi estuvo a punto de cachetearlo.
-Dejá la culpa de lado, malditos sean todos los demonios de Tenyi Ma. La profecía lo dice y eso fue cierto.-
-No hables de profecías!-gritó Ichinén, enojándose como nunca lo hubiera visto ella antes.-Viví signado por una profecía.-
Él se arrepintió con el exabrupto, la herida que Valdemar había atendido estuvo a punto de abrirse. Victoria guardó silencio y él comenzó a llorar silenciosamente. Se contuvo y enjugó las lágrimas.
-Yo tenía seis o siete años y en el ducado de mi padre en el reino que vivíamos, apareció una hechicera que dijo que mi futuro sería “brillante”, que estaba destinado a grandes cosas, que sería más que rey, un título mayor a eso. Jajaa!-
El guerrero rio amargamente, a lo que Victoria estuvo a punto de intervenir, pero no pudo hacerlo, ya que Ichinén continuó.
-“Tres coronas veo en su camino, será rey y soberano de tres reinos distintos.” Esas palabras signaron toda mi niñez. ¿Cómo responder a eso? Vivir predestinado para algo que siempre está por venir. Mi padre hizo rápidamente la cuenta y creyó que dos de los que eran vecinos nuestros, junto con el nuestro, eran los tres de la profecía. Creyó que nuestra reina era la que me estaba destinada como pareja según el vaticinio. Toda mi vida viví bajo esa espada vigilante. Ni cerca estuvo de cumplirse algo de todo lo que vaticinaron. Tuve romances con soberanas, pero ni cerca de casarme. Mi amor me traicionó y me abandonó al infierno, pero no era una reina. Jamás fue ni similar a la verdad esa tan deseada profecía. Sus ambiciones de ascenso lo perdieron y a mí con él. ¿Querés saber como terminó todo? Mi padre muerto, mi madre condenada a sufrir, mi reino destruido, el ducado suyo como una tierra devastada; todo el continente sumido en una oscuridad tan profunda como dolorosa. Teban me contó hace tiempo de la Oscuridad Fundamental que viene detrás nuestro, en los mundos que pasamos. Comprendí enseguida que podía hacer, porque ya lo había visto. Y Rokuten maneja los hilos de todo eso. No me extrañaría que fuera él quien inventó todas esos falsos oráculos para que vivamos persiguiendo ilusiones. Lo único que sé es que son una completa mentira, cualquier clase de profecía. Ningún vaticinio rige mi destino. Hace ya demasiado tiempo que acepte que todo eso no era verdad. Mucho tiempo.-
Victoria no dijo nada por largo rato, en tanto Ichinén se mantuvo mirando el horizonte, como el sol se ponía a lo lejos.
-Ya hemos pasado bastante juntos, esto nunca ha sido fácil. Pero no puedo hacerlo sin vos. No sé nada sobre tu profecía, puede que esa hechicera mintiera, pero la mía se va cumpliendo a cada paso y me da mucho miedo. Me dijeron que me casaría con el fundador de Kosen Rufu, cosa que no ha ocurrido aun, pero no sé cuando lleguemos a mi reino. Lo que si ocurrió, es que me guiaría aquel que me liberara de mi prisión, él que me diera esperanza para seguir en mi momento de encierro.-
-No entiendo que tengo que ver. Nunca te liberé de ninguna prisión, nos conocimos cuando me sacaste del agua helada del barco que se hundía. No tengo idea de que relación existe conmigo.-Ichinén hizo una pausa para seguir apoyado sobre la baranda, pero luego con una mano, le indicó como que se podía ir.-Dejame solo, así nadie más sufrirá por mi causa.-
Victoria lo ignoró completamente, así como a su quejido de dolor.
-Si, me liberaste de mi prisión. En aquella montaña, donde rompiste mi prisión de roca. No sé que extraño camino te estaba llevando a escalar ese lugar. Pero me viste y te ordené que te alejaras. Recordá lo que me dijiste, “estar solo, ya te daña, así vas a seguir sufriendo.” ¿Seguro que deseas estar solo, Ichinén?-
-El corazón de piedra.-musitó el guerrero, recordando de repente.
-Así es, soy ese corazón que se encerró en roca para no ser lastimado más. Me trajiste esperanza, me liberaste, ahora es tu deber guiarme a Kosen Rufu. O no voy a encontrar el camino a casa sin tu ayuda.-
Ichinén iba a replicar pero Victoria se giró y entró al castillo. Al seguirla, encontró a Maverick caminando en dirección contraria.
-No te rindas, Ichinén. Todos podemos morir en esta empresa, pero en algún momento lo haremos de todas formas. Victoria cree en vos, yo también.-
El guerrero bajó el resto y se sujetó el costado del pecho con una mano, palpando la venda.
-No recordaba algunas cosas que habían pasado. Es curioso, ya que momentos de sufrimiento, nos atrae a recordar el pasado. Será que no tengo tanto que añorar. Pero aun así, es inevitable que lo Haga. Lo siento, Maverick. No sé que hacer. Estoy sufriendo.-
-El dolor por la pérdida es muy reciente. No pierdas la fortaleza. Si el Rey Demonio quiere hacerte sufrir y estorbar tu camino, es porque algo debe hacerle mucho más mal a él.-
Ichinén asintió algo decaído, yendo de nuevo en busca de Victoria. Quizás le diría que la ayudaría a buscar Kosen Rufu, pero solo para ella, no por él. Aunque en realidad, para Rokuten eso no sería distinto. Y seguramente era como Maverick decía, el Rey Demonio no estaría contento con su éxito. Esa sería la correcta justicia por Innocenza. Cuando halló a Victoria, estaba conversando con las mujeres de palacio, ellas sabían que no era su reina. Pero para los efectos prácticos, era lo más cercano. Las mujeres le aferraban las manos y se las besaban. Victoria pudo conocer a Innocenza, en el amor que despertaba en los demás.
-Nuestra reina fue una de las amadas de la historia.-comentó Valdemar, poniéndose al lado de la que era su sosías.
-Me doy cuenta, señor Valdemar. Debió serlo.-respondió ella, en el momento que Ichinén llegaba a su lado.
-Si, Ichinén también puede dar fe de ello. El amado de la reina.-
Victoria se giró al guerrero y lo miró de forma muy peculiar.
-Si que no perdés el tiempo!-exclamó la joven, en esa forma de hablar de “vos” que caracterizaba a los de su mundo.
Era una de las primeras cosas que había notado Valdemar en Ichinén, algo más que notorio, usar el “vos” en vez del “tu” que usaban en ese mundo.
-Fue algo que surgió.-comentó el hombre de la levita negra, no sin cierta ironía maliciosa.
-Te lo tenías bien callado. Ahora veo que sumaste una reina más, para tu lista de romances frustrados con soberanas. Deberé tener cuidado cuando estemos descansando en nuestro camino, no sea que me confundas con ella y que me quieras saltar encima.-
-No digas ridiculeces, Victoria.- 
-No, digo nomás, tal vez quieras sumarme a la colección.-
Ichinén la miró con furia y resentimiento.
-No es como para chistes.-
-Yo no estoy haciéndolos.-le respondió ella más seria aun.
Ichinén vaciló intentando explicarse, pero solo le salió alejarse de allí, de la mirada burlona de Valdemar y de la acusadora de Victoria.
-¿La amabas?-le preguntó ella al alcanzarlo.
-Si, siento mucho su pérdida. Era una persona muy especial.-
-¿Te parecía atractiva?-
El guerrero la miró con ironía, un poco de costado.
-Ella me hizo los mismos cuestionamientos. Para saber si yo la consideraba deseable. ¿Es eso lo que me estás preguntando?-
-No, solo quería saber que sentías por mi doble. No es necesario que te expliques más, solo temía que tuvieras sentimientos confusos entre ella y yo.-
Ichinén meneó la cabeza, con gran énfasis.
-Ella era ella, vos sos vos. Así como con Innocenza, eso no podría ocurrir, ya no deseo estar en una relación clandestina y destinada a no ocurrir, no otra vez.-
-Igualmente, ya sabés que estoy destinada al fundador. Ese casamiento me espera al llegar a mi hogar.-
-Vos creerás en destinos y profecías, yo no.-
El guerrero suspiró de cansancio y resignación.
-Voy a acompañarte, que es lo que deseabas. Voy a ayudarte a llegar a Kosen Rufu, aunque en mi corazón tengo más ganas de hacer cualquier otra cosa. Iremos a ese mundo que dijiste, y de ahí, con el tercer maestro. Aunque quizás ni intente alcanzar ese lugar, te asistiré para que vos lo hagas.-
Victoria iba a replicar, pero Ichinén se giró y le dio la espalda, dejando la conversación cerrada y zanjada. Esto podría haberla ofendido, pero trató de ser más tolerante debido al luto que estaba atravesando su compañero.
Durante un mes más, Ichinén se estuvo recuperando de sus heridas. No estaba curado del todo, cuando decidieron partir. Quizás no soportaba más los cuidados médicos de Valdemar, ni sus comentarios insidiosos. Victoria estuvo más que contenta con la idea de salir de ese mundo. Tanto Valdemar como otros, la trataban como lo harían con su reina Innocenza. Esto en principio, no le pareció mal. El protocolo real era respetado y todo eso. Pero que la confundieran con alguien más, o la vieron como un probable recambio, no le caía muy en gracia. 
La partida se arregló con una gran despedida del pueblo para Victoria, algunos quisieron invitarla a quedarse, pero Valdemar supo que ella debía partir. Además temía que Ichinén se quedara también y eso no lo deseaba. En el caballo que Innocenza le había regalado, iban Teban y el guerrero. En uno más que el pueblo de Azuroth le regaló a Victoria, iban ella y Dulce. Maverick había adquirido uno, pero finalmente se lo regalaron, por ser conocido de la llamada reina Victoria, aquella no gobernó nunca Azuroth, pero fue muy recordada junto a Innocenza, en los libros de historia.
El camino por algunas montañas, contrarias en dirección a la que Ichinén había tomado cuando el dragón atacó el castillo, comenzó a serpentear y se hizo dificultoso. Para cuando llevaban tres días de marcha, Teban indicó que estaban llegando. Ichinén se mantenía silencioso y distante, quizás hasta huraño. Poco le interesaba conversar, aun con Teban o Maverick. Dulce lo halló durmiendo alejado más de una vez, pero él no quiso arrimarse a la fogata que hacían. No era que prefería pasar frío, pero a distancia podía estar dolorido en paz. El frío de su alma, no se comparaba con el de la noche. Alguna vez, la gata le había encontrado marcas de suciedad en su rostro, como que había llorado dormido o casi conciliando el sueño. El tercer día al atardecer, llegaron a un valle rocoso, donde una formación de piedra semejaba a una ventana. La erosión crea extrañas formas, pero esa forma de ventana rectangular, casi parecía cincelada adrede.
-Ese es nuestro portal.-
Maverick debía quedarse en ese mundo hasta que volvieran luego del tercer maestro o incluso después. Si es que no conseguía regresar al mundo Chu, por otros medios. Teban o Dulce podían encontrarlo fácilmente, si no se había perdido o sido secuestrado como Ichinén. Victoria estaba preparando los pertrechos que le dejaría, ya que el otro mundo era muy distinto al de ellos, según explicaba el gato. Cuando entre este y Dulce convocaron el portal, lo atravesaron sin más trámite. Al caminar ella y el guerrero, dieron contra el umbral resplandeciente como si este fuera una pared sólida. Afortunadamente, no llevaban mucho envión o la colisión hubiera sido dolorosa. 
-¿Por qué no podemos pasar?-se preguntó Victoria, aunque sabía que nadie sabía más que ella al respecto de eso.
Como si algo tuviera que acotar, el portal comenzó a conmocionarse y agitarse en chispazos de luz.
-No solo no pueden pasar. No puedo cerrarlo, como para intentar reabrirlo desde aquí.-informó Teban del otro lado. 
Parecía un espejo deslucido y percudido que dejaba atisbar el otro lado, pero que también deformaba la realidad.
Ichinén se tocó el mentón y se lo pensó un segundo.
-Me sospecho la mano de Rokuten en esto. Pero la pregunta más importante es… ¿Cómo vamos a atravesarlo?-

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