10/28/2016

38-Retorno a la inocencia.

El salón de fiestas se encontraba abarrotado. El hombre de negro iba caminando como hastiado, las fiestas lo aburrían. Su levita oscura iba rozando casi el suelo. Se acercó a su señora y la saludó.
-He venido únicamente para informarle que el experimento ha salido bien por una vez.-expresó, haciendo una reverencia.
La mujer, engalanada para el festejo, lo miró gravemente pero luego sonrió ampliamente.
-Estamos de festejo. Puede esperar eso hasta la mañana. ¿No es así? Me gustaría que por una vez, dejara el trabajo de físico y viniera con su reina a pasar el rato únicamente.-
-No soy un hombre de fiestas sino de ciencias, me disculpo mi reina.-respondió el hombre de cabello y vestimenta oscura.
En ese momento, sintió como un frío en la espalda, un ventarrón repentino. Se giró, intrigado. En los rostros de los presentes, también se reflejaba que lo habían sentido. La música de la fiesta se detuvo. El viento parecía crecer, proveniente de la gran entrada al salón. El hombre de negro se acercó.
-¿Qué ocurre?-preguntó la señora.
-No lo comprendo, por aquí nunca circula una corriente tan fuerte, mucho menos en un día de tan poco viento como el de hoy.-
Al terminar de decir esto, vio como la entrada del salón comenzaba a resplandecer desde el marco y llenarse en el umbral como de humo luminoso. O eso le pareció, al ver crecer la luminosidad, se apartó rápidamente. Alertando a los cercanos a su posición, justo en el momento indicado. Un inmenso bulto tan negro como sus ropas aterrizaba sobre el suelo empedrado del salón, haciendo temblar la estancia entera. Un cuerpo más que casi pasó desapercibido, cayó junto al monstruo, casi como si fuera un muñeco. Esta fue la entrada de Ichinén a este mundo.
El monstruo se removió sobre un suelo de piedra, parecían adoquines de alguna especie, Ichinén tuvo un encuentro cercano con uno de esos, que casi le rompe la frente. Estaba atontado y solo sentía gritos, el monstruo se agitaba y retrocedía, para luego abalanzarse sobre los hombres que lo enfrentaban blandiendo espadas. El guerrero intentó despejar su mente y observar que pasaba. El lugar parecía el salón de un castillo. La criatura, de muchos brazos y piernas superpuestos y en desorden, negra de ébano, carecía de cabeza. Entre el gentío de soldados o guardias, vislumbró una figura femenina que retrocedía asustada.
-Victoria.-gritó, totalmente en vano, el ruido lo tapaba por completo.
Desenvainó a Daimoku y se lanzó a la carrera, mientras una roca pasaba rodando a su lado y luego un cuerpo de soldado. Pegó un salto para esquivar al caído, empujó a un hombre de levita negra que estaba al lado de ella y la aferró de la mano.
-Victoria! Salgamos de aquí.-
Estaba mirando en derredor para buscar una salida, cuando la mano de la joven lo hizo frenarse. El tironeó de resistencia lo hizo darse vuelta, al volverse a mirarla recibió una bofetada en la mejilla izquierda. El grito de ira lo desconcertó, pero al mirarla lo confirmó.
-Suélteme, animal! Si piensa que voy a huir dejando a mi gente, puede decirle a su amo Rokuten que no pienso dejar mi tierra.-
Al mirarla dos veces, se dio cuenta de su error. Esa joven no era Victoria, sino su versión de ese mundo, como lo había sido Flusskraft. Victoria no debía haber atravesado el portal, por lo que no estaba imbuida en esta mujer. El estilo de ropa no le era conocido, aunque la arquitectura le resultaba demasiado familiar, en forma muy incómoda. La versión de Victoria tenía la perilla un poco diferente, la nariz casi igual y los ojos de otra forma y color. Leves diferencias entre los mundos, eso había aprendido con Tendai.
-Lo lamento, miladi, la confundí con alguien más.-
El hombre de la levita lo enfrentó como si fuera a golpearlo y él alzó las manos en señal que no deseaba pelea. Miró a la pelea y se encaminó al monstruo. No teniendo otra cosa más que enfrentarse al monstruo, se plantó detrás de los soldados que le plantaban cara.
-Alto!!!-gritó Ichinén, más de una vez para que le prestaran atención, la criatura fue la primera en hacerlo.-Me quieres a mi monstruo, acá estoy. Deja a esta gente en paz. Yo te traje, yo te voy a echar, basura de Tenyi Ma.-
El monstruo soltó un gruñido desafiante y se encaramó para saltarle encima. Los otros hombres retrocedieron, y se alejaron más a una seña de la mujer.
-No me gusta esto, mi señora.-le dijo el hombre de negro a la mujer.
-No se preocupe, lidiar con este tipo de bichos, es mi especialidad.-le respondí Ichinén, girándose a medias.
En el rostro de la mujer y del hombre, pudo leer el terror de ver moverse a la criatura. Ichinén rodó hacía adelante, mientras que su enemigo lo intentaba asaltar por sorpresa. En un giro sobre el suelo se desenrolló y le ensartó a Daimoku en el vientre. La aberración del rey demonio rugió de odio y dolor.
-Nuestras espadas no le hacían nada. ¿Cómo es posible?-exclamó uno de los soldados, mirando con incredulidad la lucha.
-Es evidente, esa espada tiene algo que daña a la criatura, la tuya no.-le sentenció el hombre de la levita oscura, mientras observaba a Ichinén girar y lanzar fintas contra el monstruo.
Las múltiples manos intentaban agarrarlo, pero Ichinén se zafaba cortándole un miembro o un dedo a la mano. Lo malo de ese accionar es que volvía a crecerle otro para reemplazarlo y algunos más cuando la mutilación cesaba de sangrar. Corrió hacia una de las paredes del gran salón y vio lo que parecía una cuerda, esta parecía sujetar una araña de iluminación sobre todo el lugar. La vecina a esa, se encontraba sobre su adversario. Fue hasta allí, perseguido por muchas manos que se arrastraban, tomó la cuerda y cortó por debajo. El peso de la araña lo elevó y quitó del alcance de esas garras, la serie de lámparas y velas se estrellaron sobre la parte superior de la criatura. Ichinén siguió una andanada de mandobles para cortar manos y dedos por igual. Una le sujetó la pierna y la quitó con Daimoku. Otra le tomó el cuello y una más el brazo. La pugna parecía perderse en su contra, pero consiguió escapar por un breve momento. La criatura se había extendido y estirado, en su constante crecer de miembros, se había convertido en algo de aspecto estirado. Era como un gusano que comenzaba a rodearlo con su cuerpo. Ichinén siguió repartiendo y pateando a cuanta mano negra se le acercara, pero era cada vez más difícil.
-Fuego!!!-escuchó gritar a la mujer, aunque no la veía.
El monstruo resopló y se alejó un poco de Ichinén. Este aprovechó para alejarse y ver que ocurría. La mujer le había ordenado a sus soldados que le arrojaran las lámparas de aceite en el salón.
-Si seguimos con este curso de acción, nos vamos a quedar sin luz.-gritó el hombre de negro.
-Que arda ese horror y nos ilumine hasta el sexto cielo, para que Rokuten sepa que no le tenemos miedo.-
Un grupo de arqueros entró por otro sitio y lanzó una lluvia de flechas encendidas sobre la criatura. Ichinén se acercó luego de cortar varias manos de ébano más, hasta donde se encontraba la mujer y el hombre oscuro.
-Tiene que tener algún punto débil. ¿Cuál es?-le gritó este.
-No lo sé, acababa de encontrarlo por primera vez, cuando luego llegamos aquí.-le respondió el guerrero.
-Tu lo trajiste, tu sácalo.-le espetó el hombre con furia.
-Tranquilo, Valdemar, esto parece clara obra de nuestro enemigo Rokuten.-lo frenó la joven señora.
-Lo es.-le informó Ichinén.-¿Tienen problemas con el rey demonio también? Es un viejo y desagradable conocido.-
El tal Valdemar lo miró extrañamente, como con sospecha. Ichinén se giró y se subió a un mueble, la criatura se removió y giró para enfrentarlo. Los soldados lo seguían distrayendo, fuera con flechas o espadas. El guerrero estudió por un segundo y descubrió algo extraño entre la maraña de manos que era la monstruosidad que enfrentaban. Dos formas negras, algo alargadas y un tanto triangulares, de un tono más pálido que el resto.
-Son sus ojos.-musitó para sí mismo.
Salió corriendo al otro extremo del salón, el que tenía a sus espaldas, donde se elevaba el trono. Utilizando ese desnivel, tomó carrera para lanzarse, la criatura fue hacia el trono como si Ichinén quisiera huir. Hasta Valdemar pensó que eso era lo que estaba haciendo. El guerrero corrió y pegó el salto más alto que pudo, enarbolando a Daimoku por encima de su cabeza. Su grito al volar hizo arrepentirse a la criatura de haberlo perseguido hacia ese sector. El cuerpo del guerrero se hundió dentro de la negrura y por un segundo todos temieron que lo hubiera devorado. La aberración comenzó a convulsionarse y a realizar movimientos extraños. Le crecieron como protuberancias oscuras, algo más pálidas y agrietadas. Parecía inflarse y a punto de explotar. Valdemar lo gritó a quien lo escuchara.
-Va a explotar!-
Y aunque así lo hizo, se convirtió en una explosión de luz, por la cual se desintegró sin hacer más daño a nada o a nadie. Ichinén estaba sobre el epicentro del lugar en que se hallaba antes el monstruo. Parecía que estaba clavando su espada en el suelo de piedras, aun apoyando la mano para ensartar al monstruo. Se incorporó y todos los soldados lo vitorearon, solo Valdemar lo miraba con una mala expresión. La joven lo miraba sonriente y aplaudía, acción que otros imitaron.
-¿Quién eres extraño guerrero? Que nos has salvado de monstruos enviados por nuestro enemigo.-
-Mi nombre es Ichinén y vine por un portal. Fue el monstruo quien me trajo hasta este mundo, aunque no se cual es.-
-Nos salvó de lo que él mismo nos trajo.-
-Oh, Valdemar, no seas así. Acaba de decir que fue la criatura quien lo trajo. No me extrañaría que Rokuten, quien siempre tiene una doble intención, hubiera enviado este monstruo para secuestrarlo y de paso dañarnos a nosotros.-
El hombre pareció concederle razón a su señora y no dijo más.
-Debes perdonar a Valdemar. Es un gran hombre de ciencia, pero desconfía de todo precisamente por eso.-
Ichinén le dedicó una inclinación, y la joven continuó hablando.
-Soy la reina Innocenza Dec Forgja, soberana de este reino, conocido como Azuroth, donde diferentes tipos de criaturas pueden convivir en paz. Es quizá por ello que Rokuten nos desea todo mal.-
Hechas las presentaciones, lo llevaron a otro cuarto, mientras limpiaban el desorden del lugar de la fiesta y posterior lucha.
Al preguntarle a Valdemar por si allí tenían gatos, este le respondió que sí. Pero pese a que trajeron más de uno, ninguno le quiso hablar a Ichinén. El guerrero insistió pero fue en vano, Valdemar y la reina Innocenza se miraban entre sí, temiendo que este recién llegado estuviera algo loco.
-No, no. Maldito seas Rokuten, diez mil años de aquí hasta la eternidad. Me envió a un mundo en que los gatos no se comunican con nosotros o no abren portales.-
El científico carraspeó y se acercó a Ichinén.
-Conozco esas ideas y teorías sobre mundos múltiples o diferentes versiones de nuestra realidad. Eso explicaría porque confundiste a nuestra reina con alguien más, una tal Victoria si no escuché mal. Así la conoces en otro mundo. ¿No es así?-
Ichinén asintió algo desanimado por las malas noticias. La joven lo miró fijamente, como asimilando la idea que Valdemar planteaba.
-Es eso Majestad o este hombre tiene una locura muy elaborada, que cree por completo.-
-Le aseguró que no estoy loco de ninguna forma.-Manifestó Ichinén.
-Le creo, he investigado eventos y teorías más extrañas, esta no es la más inverosímil.-respondió el científico.
-En la forma que podamos lo ayudaremos a volver a su hogar, en tanto puede permanecer en el castillo. Algo se podrá hacer.-
Ichinén le agradeció apenas en un murmullo decaído y haciendo una leve reverencia.
-Puedo investigar si existe una forma de retornarlo a su mundo.-expresó Valdemar, mirando por turnos a ambos.
-Eso, o que mis amigos me encuentren, de alguna manera.-agregó Ichinén, para luego perder su vista en la madera una mesa cercana.-Son mis únicas dos opciones.-

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