12/31/2015

28-En las fauces del dragón.

El sonido de los huesos al partirse por acción de la dentellada fue escalofriante. Los del morboso público, interesado en la ejecución, abrieron sus bocas como si fueran una sola persona. Ichinén fue el más sorprendido al no sentir esos sables de hueso sobre su cuerpo. El que estaba siendo devorado, era uno de los soldados que había llevado a Ichinén hasta su destino final. El otro fue expulsado de su lugar, hacia abajo en el vacío, por la pata delantera del dragón.
-Creen que acaso soy su perro de ejecución! Soy un dragón, cabeza de vasija!-Vociferó Seiryu, haciendo temblar la ladera de la montaña.-¿Por quién me tomaron, imbéciles? Uno de mi estirpe no es el lacayo de unos pichis como ustedes.-
Un batallón de soldados se adelantó y rodeó a los líderes del pueblo, Ichinén intentó forcejear con sus cadenas, por si la bestia volvía su atención a él, pero era inútil. 
-Como me enseñó mi vieja: A la gilada, ni cabida.-se rió el descomunal monstruo cambiando el tono de voz.-Debieron prestar más atención y hacer la tarea, hubieran llamado a otro dragón en tal caso.-
En ese momento, el dragón con carne aun colgando de su mandíbula miró a Ichinén de cerca. El guerrero nunca había visto de esa forma tan íntima a un animal de esa especie.
-¿Es cierto que sos seguidor del Príncipe?-indagó Seiryu, pero al no comprenderle Ichinén se explicó un poco más.-¿Si sos de la banda del príncipe, vos andás parando con él?-
Ichinén no entendía muy bien el dialecto del monstruo o si hablaba en dragonil muy cerrado o era solo Seiryu en particular.
-Respondé!!!-gritó el dragón, perdiendo la paciencia.
-Si, lo soy. Me considero discípulo del príncipe…-
El dragón sonrió malignamente, en toda la extensión de sus fauces azuladas, interrumpiendo al guerrero en el medio de la frase.
-Todo piola, igual que mi madre.-
Ichinén se quedó duro de sorpresa. No caía en nada de lo que había escuchado apenas un segundo antes. 
-Eso es lo que estos ingenuos debieron investigar antes de mandarte a ejecutar a mi montaña. Soy el hijo de Butsu Ryu, la hija del rey dragón, soy descendiente de Sdagara.-
La mente de Ichinén voló a su pasado, recordando al rey Dragón y su encuentro en la Posada de los Muertos. En aquel momento no sabía que le deparaba el camino, no conocía a sus actuales amigos, allí comenzó a buscar a los tres maestros. El rey le había dicho que recién en el décimo estado encontraría al primer maestro, pero finalmente lo halló mucho antes. No pudo pensar demasiado en ello, ya que el dragón se removía inquieto ante las acciones de los pueblerinos, que se aprestaban para la pelea.
-Conocí a tu abuelo, él me contó que tu madre era discípula del primer maestro.-
El dragón enarcó las cejas y asintió.
-Así es, ella alcanzó la iluminación al escuchar a Manjushri, otro discípulo del Príncipe.-
En ese preciso momento que Seiryu le explicaba toda la relación entre ellos, llegaban hasta ese sitio, Victoria con Dulce y Teban.
-¿Estás bien?-preguntó Victoria mientras con su espada cortaba las ataduras del guerrero.
-Que bueno que estás bien!-lo saludaron ambos felinos y se le fregaron por los tobillos. Al girarse, Ichinén contempló como Devadatta venía caminando muy tranquilo con su espada envainada aun sujetada a la cintura. El primo del príncipe lo miró con desprecio al detenerse y llevó la mano a la espada.
-Se nota que deberé ocuparme personalmente de esto. Irónico que lo haga con tu propia espada.-comentó Devadatta, pero al intentar sacar la espada de la funda no pudo hacerlo.
El dragón se rió a carcajadas, haciendo un fuerte eco en las montañas, burlándose.
-Este es un pancho del año cero. No sabe que esa es una espada de la ley, solo responde a los puros de corazón.-y luego de decir esto, apretó los dientes siseando el resto.-Solo Ichinén puede blandirla y quizás alguien más con buenas intenciones, claramente no las tuyas.-
Ichinén no se lo pensó más y fue en busca de su espada. Ni había dado dos pasos con la mano en alto en gesto de arrebatársela a Devadatta que Daimoku vino a sus manos, dejando las del pérfido hombre. Este lanzó una mirada furibunda en torno a ellos.
-Si, te conozco, Devadatta. Envidioso, botón, gil, Baka, ortiva, petaj, Kimochiwarui...-y Seiryu continuó la letanía de insultos en diversos idiomas.
El primo maldito hizo una seña a la gente a su espalda y tres escuadrones de soldados se lanzaron al ataque. Los tres líderes del pueblo, se empezaron a retirar discretamente. Los tres enemigos poderosos, demostraban su valentía dejando la batalla. Lo siguiente fue un ataque a traición contra Seiryu, con diversos aparejos le lastimaron por donde no veía. Ichinén golpeó a diestra y siniestra, Victoria rodaba por el suelo y apartaba adversarios en cada golpe, como si fueran muñecos de trapo. Incluso Teban y Dulce se las arreglaban bien, cada uno pegándose a un compañero humano. Teban junto a Ichinén y Dulce con Victoria. El siseo de los gatos no era tan atemorizante como el humor del dragón, pero las uñas dolían bastante a esos soldados. Seiryu gritó desgarradoramente cuando una andanada de ballestas le dio completa en un ala.
El dragón agitó la cola a su alrededor y barrió todo enemigo en las cercanías, algunos siendo aplastados y otros cayendo al vacío.
-¿Creyeron que venía solamente con un plan hasta acá?-se mofó Devadatta, al decir esto sacó de entre sus ropas algo que no lograron ver bien, pero parecía un arma corta.
Un rayo tenue y pálido salió del arma, yendo a dar a la cima de la montaña, colmada de nieve. El primo del príncipe, apretó algo en su cintura y se elevó en el aire, alejándose hasta perderse de vista. En principio no ocurrió nada, pero luego escucharon el sordo quejido de la avalancha formándose. Todos los pueblerinos y los soldados corrieron montaña abajo, presas del pánico. Ichinén y Victoria se reunieron y se miraron sopesando opciones.
-Que hijo de una gran legión de p...-empezó maldiciendo el dragón, siendo tapado por el fragor de lo que se les venía encima.
-¿Seiryu, podés sacarnos volando?-preguntó Teban a los gritos.
-Mi ala, no sirve, puedo aguantar la nieve y tratar de protegerlos.-
Victoria miró a Ichinén y con eso se dijeron que muchas más opciones no tenían. 
-¿No hay una puerta por aquí? Algún portal a otro mundo.-
Teban negó con la cabeza, pero Dulce le retrucó.
-Si, hay uno.-
-Usémoslo.-ordenó Victoria.
-No, yo también siento ese pasaje, pero lo que siento del otro lado no es para nada positivo. Podemos llegar a caer en lugar peor que este.-replicó el gato.
El alud cayó sobre ellos con toda la furia posible, como si el mundo la tuviera contra ellos. Seiryu intentó frenar el empujón pero su cuerpo estaba dañado, los cuatro se agarraron unos a otros y a su vez al dragón. Pero la avalancha los seguía arrastrando y pugnaba por separarlos.
-Tomemos ese portal, adonde sea que nos lleve, no puede ser peor que esto.-gritó Ichinén por encima del ruido del alud.
-No te va a gustar donde está el portal.-respondió Teban.-Dentro de las fauces de Seiryu.-
La desazón estuvo por invadirlos, pero Ichinén descartó rápido el temor a meterse en la boca del dragón, era la única otra opción.-
-Vayan…-les dijo Seiryu.-Yo puedo aguantar la nieve, pero ustedes no la cuentan.-
Sin decir más, abrió las fauces lo más grande que pudo y Teban junto con Dulce convocaron el portal. Un leve resplandor se notaba en el interior del animal. Dos gatos convocando, cuatro que podían pasar. Desaparecieron dentro del dragón, yéndose a otro mundo y Seiryu se dejó enterrar. Él era el dragón del agua, la nieve solo era agua congelada, nada le haría. Pero cuando saliera debajo de la nevada, se juró que el pueblo de esos osados humanos la iba a pagar. La furia del dragón no es algo que se desprecia así nomás.
Ichinén cayó con las manos sobre un piso embaldosado. Vio a Victoria rodar hasta sentarse cerca suyo. Los gatos como siempre, caen de pie.
-Te lo dije, sabía que este lugar no me iba a gustar.-exclamó Teban.
-Oh, no.-corroboró Dulce.
Ichinén levantó la vista y lo que vio no alcanza el tiempo para describirlo. Era una habitación inmensa, con balcones interminables hasta lo alto donde se pierde la vista y al fondo, no había paisaje o aire, solo energía, vacío, quien sabe qué. Columnas que parecían infinitas sostenían ese gran palacio.
-Bienvenidos a mi grandiosa morada.-se escuchó una voz, que los hizo temblar a todos y a Ichinén le resultó desagradablemente familiar.
-Rokuten.-murmuró el guerrero.
Ante ellos, en toda su pompa y circunstancia, desde un balcón cercano; se mostraba el Rey Demonio del Sexto Cielo.
-Chicos.-se escuchó decir a Teban en tono ominoso.-estamos en el palacio de Tenyi-Ma, el demonio del Sexto Cielo.-

No hay comentarios.: